lunes, 18 de octubre de 2010

No hay control

Soy experta en esas situaciones en que uno sale a comprar un paquete de kleenex vestido con cuatro trapos y llega muchas horas después a su punto de origen, y por el camino ha comido empanadas, le han medio convencido para ir a un garito y lo mejor de todo, vuelve a casa con 500 gr. de remordimientos en escabeche.
Qué fácil soy de convencer. El sábado por ejemplo a punto estuve de acabar intoxicada, etílicamente hablando, y ser tele transportada a un garito de perdición. Tuve que decir las cosas por su nombre y presentar mi campaña No quiero arrastrarme con los crápulas. Como venganza, se me acusó de rancia y de ir a tomar chocolate con las viejas. Pues sí. Estoy harta de las resacas inmundas que me ponen de muy mal humor.
Y si el sábado puede plantarme, ayer, así, de la nada me tomé 7 cañas, con lo que certifica que las personas somos seres complejos e inesperados. Cuando dije orden, sucedió el desconcierto y cuando pensé encierro, sucedió el desmadre.
Amigos, no digáis lo de las aguas y las fuentes, porque siempre hay un elemento sorpresa que desbarata todas nuestras previsiones y acabamos envenenados con nuestras propias medicinas.

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