Sí, ya sé que siguen muriendo focas anegadas en gasoil, la industria cárnica sigue fabricando hamburguesas con sabor a fresa impunemente y el precio del jamón ibérico es prohibitivo. Pero el tema que nos concierne hoy, queridos lectores, es el infame servicio que suele haber en el ramo de la hostelería. No abundan los electricistas rapsodas ni las vendedoras de lotería dulces como una gran madalena. Cierto es. Pero es que lo de los camareros clama el cielo. Se están convirtiendo en un target de alta peligrosidad, ya sea por contacto oral o físico.
Pedir en un bar o restaurante se está convirtiendo últimamente en una actividad equiparable al transporte de nitroglicerina.
Malas caras, desprecios, gritos y para rematar timo, eso ya se lo debemos a la escalada de precios sin par y a algún gerente con ínfulas de Dioni.
El caso es que son pocos los bares en los que uno disfruta de un tiempo agradable y distendido. En Sudáfrica, me hubiera llevado a una media de 17 camareros al día conmigo, para ver pelis todos juntos en el sofá.
Aquí, solo me queda rezar para que no me propinen un puntapié. Ayer, sin más, una mujer me montó un pitote porque la camarera nos sirvió los bocadillos cambiados.
Amigos, más nos vale llevar un tupper siempre listo en el bolso y alejarnos de los centros del mal. Digo.
jueves, 9 de octubre de 2008
miércoles, 8 de octubre de 2008
Cuando el sr. Cano baila se para el mundo
El tema me tiene intrigada. No sé si hacen el casting de Mira quien Baila para dar pena, generar interés o concienciar a la población de los beneficios del ejercicio regular. El lunes, inmersos en la vorágine televisiva, tuvimos de nuevo un shock visual entre los tocamientos de las nobles partes abajo mencionados. Ver al ex-torero Ortega Cano bailar, que más que nada parecía un autómata del Museo del Juguete o un jubilado desorientado en la fiesta de despedida del crucero por Palma de Mallorca.
Le habrán soltado una buena pasta para exhibirse alegramente delante de España enfundado en un supuesto traje para ir a una discoteca. Vaya tela. Dio unos saltitos que parecía una coreografía de esas baratas para vender colchones en algún programa trasnochado de Teletienda. Su némesis lo debe estar todavía flipando. Y luego ver a Terelu embutida en un metro de malla dorada moviendo el pandero, tampoco invita al placer visual. En fin, si estos son síntomas de que el fin del mundo se acerca, debe estar al caer. Estamos en una fase de caspa profunda insuperable. Me cuesta entender que convivimos en el tiempo con el ipod, los reactores nucleares y la física de fusión. La la la.
Le habrán soltado una buena pasta para exhibirse alegramente delante de España enfundado en un supuesto traje para ir a una discoteca. Vaya tela. Dio unos saltitos que parecía una coreografía de esas baratas para vender colchones en algún programa trasnochado de Teletienda. Su némesis lo debe estar todavía flipando. Y luego ver a Terelu embutida en un metro de malla dorada moviendo el pandero, tampoco invita al placer visual. En fin, si estos son síntomas de que el fin del mundo se acerca, debe estar al caer. Estamos en una fase de caspa profunda insuperable. Me cuesta entender que convivimos en el tiempo con el ipod, los reactores nucleares y la física de fusión. La la la.
martes, 7 de octubre de 2008
Otra de miedo
Ayer asistí a mi cita semanal con mi prima y sus compañeros de piso para ver la peor serie que programen ese día. Evidentemente caímos en las diabólicas redes de esa joya posmoderna que es Física y Química, en Antena 3. Profesoras de inglés que podrían cocer pan bajo sus fogosas partes, modelitos imposibles tipo mayordoma con coletas Pipi Lanstrum, ex presidiarios que parecen gigolos, vamos un cuadro...
Y lo mejor son los follones constantes que nacen en cada esquina de esa casa de citas, que pretende ser un instituto. Uno que es gay, dándose el lote en el instituto con su novio. Que levante la mano quien haya visto a uno de 16 morrearse con otro con el bocadillo de mortadela bajo el brazo. Si en mi colegio ya era dramático a veces llevar una falda con cierta medida (!). Los tiempos han cambiado y cada día me siento más mosquito del 78 metida en una gran pieza de ámbar.
Estos personajes desorbitantes, cachondos las 24 horas del día, puteados por el sistema pero con unas pintas que matarían a Karl Lagerfeld al instante.
Evidentemente la serie arrasa y es que no te dan tregua ni para ir al baño, porque ya te has perdido el enésimo tocamiento de paquete.
Y lo mejor son los follones constantes que nacen en cada esquina de esa casa de citas, que pretende ser un instituto. Uno que es gay, dándose el lote en el instituto con su novio. Que levante la mano quien haya visto a uno de 16 morrearse con otro con el bocadillo de mortadela bajo el brazo. Si en mi colegio ya era dramático a veces llevar una falda con cierta medida (!). Los tiempos han cambiado y cada día me siento más mosquito del 78 metida en una gran pieza de ámbar.
Estos personajes desorbitantes, cachondos las 24 horas del día, puteados por el sistema pero con unas pintas que matarían a Karl Lagerfeld al instante.
Evidentemente la serie arrasa y es que no te dan tregua ni para ir al baño, porque ya te has perdido el enésimo tocamiento de paquete.
lunes, 6 de octubre de 2008
Canal ensimismamiento
Raro es que no me haya encontrado con algún topo gigante perdido en el metro o con alguna abuelita armada con una escoba-bayoneta, pero tampoco me he expuesto con ganas a lo desconocido. Casi que estoy en modo ahorro de energía. Después de encadenar lavadoras, reordenar estanterías y esos coñazos diversos derivados del hogar, me di cuatro paseos benévolos y poco más. También vi la esperada-odiada-amada Vicky-Cristina-Barcelona, y bueno, ni calva ni siete pelucas. No está mal, es un divertimento de domingo tarde, un ejercicio estético y de marketing de mr. Allen, que se lo debe pasar en grande probando vinos, localizaciones y encuadres para exaltar a sus personajes extra sensibles y consagrados a la creación. Le gusta la buena vida, no me cabe la menor duda. Y está bien que nos haga soñar entre casas modernistas y enredaderas que abrazan terrazas de esas para esperar al fin del mundo sin prisas.
Que les den a los electricistas y a los matriceros, la señorita Scarlatina con cámara en mano vende más que un coro de taxistas con el pecho descubierto.
Lunes, aquí estamos, esta vez no llevo ninguna granada en el bolso. Sólo una tonelada de sueño.
Que les den a los electricistas y a los matriceros, la señorita Scarlatina con cámara en mano vende más que un coro de taxistas con el pecho descubierto.
Lunes, aquí estamos, esta vez no llevo ninguna granada en el bolso. Sólo una tonelada de sueño.
viernes, 3 de octubre de 2008
Esto es de verdad
Con una congestión nasal propia de un dinousaurio con rinitis crónica me enfrento a este viernes otoñal. Hace frío, y yo que quería ir sin calcetines hasta el día del juicio final, ¡qué felicidad! (y la de tiempo que se ahorra).
Nubes a tope, enladrillamineto del cielo y de los corazones: esto es la realidad, sepulta el pareo en los pulmones del armario y saca la angornia. Aiaiai. Lo bueno, supongo que será la aparición de castañas y las sopas de mi madre. Lo malo, el tratamiento de belleza frío total que empieza en mi comedor hacia estas fechas. Si aguantas, te queda el cutis como el de la Preysler, pero ole tus güevos verte una peli con esa especie de humedad polar. En fin.
En la lista de lo bueno también está la exorcización de las neuras del verano y la perspectiva de engancharme a alguna serie que no sea española. Por Dios, ayer me tragué Cuéntame para ver a una amiga de mi prima y me quedé petrificada con el nivel de diálogos, es el nodo versión tv1, por Dios. Imanol Arias parece un vendedor de féretros y la mujer la encarnación de las virtudes teologales y cardinales disfrazada de sor Citroen de calle. Me dio mucho miedo, especialmente la moraleja final que las cosas malas suelen sacudir a los débiles y a no sé quién más.
Dios nos coja confesados, eso sí, bañados en alcohol.
Nubes a tope, enladrillamineto del cielo y de los corazones: esto es la realidad, sepulta el pareo en los pulmones del armario y saca la angornia. Aiaiai. Lo bueno, supongo que será la aparición de castañas y las sopas de mi madre. Lo malo, el tratamiento de belleza frío total que empieza en mi comedor hacia estas fechas. Si aguantas, te queda el cutis como el de la Preysler, pero ole tus güevos verte una peli con esa especie de humedad polar. En fin.
En la lista de lo bueno también está la exorcización de las neuras del verano y la perspectiva de engancharme a alguna serie que no sea española. Por Dios, ayer me tragué Cuéntame para ver a una amiga de mi prima y me quedé petrificada con el nivel de diálogos, es el nodo versión tv1, por Dios. Imanol Arias parece un vendedor de féretros y la mujer la encarnación de las virtudes teologales y cardinales disfrazada de sor Citroen de calle. Me dio mucho miedo, especialmente la moraleja final que las cosas malas suelen sacudir a los débiles y a no sé quién más.
Dios nos coja confesados, eso sí, bañados en alcohol.
jueves, 2 de octubre de 2008
Urtasun no me vigiles
Al ritmo de Si cae Martín, caemos todos, así, por la cara, un estribillo tonto que no para de repetir como un loro amaestrado, mi compañero Urtasun me está dando la tarde. Dice que le encanta la expresión Voy a tirar de la manta. A mí me encantan los zapatos de Chie Mihara también. En fin, que tras estar rodeada de pajaritos azules, paso, mediante amerizaje forzoso, a estrujarme el cerebelo con una campaña de una red social. Si la gente hablara más en la calle y se tocara más la nuca, no habría redes virtuales, si no maravillosos encuentros locales. Y yo estaría en el paro seguramente, o bien administrando una casa de citas en la vía pública, oficio que no me importaría desempeñar, porque así al menos hablaría y contribuiría al calentamiento global, pero en versión amor, sin CO2 ni lluvias ácidas.
Parece que estas líneas han conjurado al compañeiro Urtasun, porque milagrosamente ha dejado de cantar. En fin, a ver si se me ocurre algo porque me veo si no el fin de semana calentando silla y revisando mi vocación por enésima vez.
Y lo de siempre, no acaben borrachos en descansillos ajenos, al final no compensa.
Parece que estas líneas han conjurado al compañeiro Urtasun, porque milagrosamente ha dejado de cantar. En fin, a ver si se me ocurre algo porque me veo si no el fin de semana calentando silla y revisando mi vocación por enésima vez.
Y lo de siempre, no acaben borrachos en descansillos ajenos, al final no compensa.
miércoles, 1 de octubre de 2008
Aficiones nocturnas
Gabinete de crisis con vistas al mar. Cojo el pony volador y me planto en un bar que podía estar situado perfectamente en París y sintonizo la oreja con las historias para no dormir de mi amiga. Otra vez una de personajes escuálidos y filósofos que se debaten entre el mundo y contestar un teléfono. De verdad, por qué las mujeres somos tan ordenaditas y apretamos los botones cuando se supone que toca (?). Léase: mensaje --> contestar, teléfono --> responder y un largo etcétera.
Total, que entre vino de Rueda y vino de Rueda y tres mil aceitunas bien rellenitas de aceite le dije que este joven nihilista no merecía sus abrazos de oso panda. Que le pusiera en la lista de los morosos emocionales, que ya está bien poblada con indeseables. Y salió la frase mágica: Los niños están para parirlos. Yo me reía mucho, mientras ella aseguraba que podría tener un programa de radio propio, que yo acepté feliz, sólo con la condición de tener un surtidor de vino al lado y una lata enorme de aceitunas sin fondo. Cosas del 2008, mucho desamor.
Más tarde rematé la faena jugando a la pizarra mágica con mi vecina, léase dibujando a los obreros de los andamios contiguos y garabateando que esto es la guerra y que vamos armadas. Voy a generar letras.
Total, que entre vino de Rueda y vino de Rueda y tres mil aceitunas bien rellenitas de aceite le dije que este joven nihilista no merecía sus abrazos de oso panda. Que le pusiera en la lista de los morosos emocionales, que ya está bien poblada con indeseables. Y salió la frase mágica: Los niños están para parirlos. Yo me reía mucho, mientras ella aseguraba que podría tener un programa de radio propio, que yo acepté feliz, sólo con la condición de tener un surtidor de vino al lado y una lata enorme de aceitunas sin fondo. Cosas del 2008, mucho desamor.
Más tarde rematé la faena jugando a la pizarra mágica con mi vecina, léase dibujando a los obreros de los andamios contiguos y garabateando que esto es la guerra y que vamos armadas. Voy a generar letras.
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