Aunque tengo un odio irracional hacia un personaje que veo a diario y me irrita mucho, intentaré canalizar mi energía hacia la gran Sofía Loren, reina de los hogares italianos, sueño por un día, mujer desacreditada a tiempo completo en la maravillosa Una jornada particular, peliculón de Ettore Scola.
Así será mejor para todos. Aunque tengo que reconocer que tengo ganas de retocerle el pescuezo y decirle a este tipo que me saca de mis casillas. En fin. La gran Loren, con esa belleza suya tan específica está muy bien. Comedida, abnegada, un mechón de su pelo te explica a la perfección las dimensiones del término desamparo. Y luego Mastroianni. Galán, educado, discreto. Y esa super escena en la azotea con sábanas colgando y mucha violencia acumulada. Porque a todos nos dan palos y a veces esa rabia sale en los momentos y por los lugares menos indicados. Somos animales, especialmente mediterráneos.
Y envuelta en mi bata, al calor de la estufa, no se me ocurrió nada más que pensar que a veces consagramos la vida a un sueño, a un flotador que nos salvará del tedio y la mediocridad, y simplemente llegamos a otras islas incluso más desiertas y desoladoras.
Es curioso como nuestras elecciones tejen nuestro destino y nuestro viaje hacia eso que bautizamos como felicidad. Todo esto debe ser fruto de los antibióticos, que ayudan a casi nada. Feliz martes.
martes, 23 de febrero de 2010
lunes, 22 de febrero de 2010
Esto es relax (y lo demás son copias)
A falta de un amante aristócrata, vamos capeando los días con citas inciertas e invitaciones imprevistas. Tipo, voy a hacer un concierto de piano en un balneario, ¿quieres venir? Sí, ya tengo el bañador puesto. De hecho, a 40 minutos de esta ciudad a veces sin ley hay un paraíso de la calma, del amor eterno personificado en parejitas que ríen jiji tímidamente mientras tiran de sus trolleys, del silencio. Balneario La Garriga (si juntáis varios cubatas con paciencia, os lo recomiendo, de verdad).
Entré en aquel templo del agua con parsimonia. Me zambullí en todo tipo de aguas, avisté todo tipo de tatuajes, citas de fin de semana, abuelitos que avanzan con los bastones en paralelo y parecen osos pandas con su inmaculado albornoz.
Un chico me dice que su madre no sabe nadar, que si le dejo la parte del bordillo de la piscina. "Gracias, eh", de nada. Todo el mundo se quiere y es educado. Nacen margaritas de las cañerías y de las baldosas.
Por la noche, el estudio antropológico prosiguió con las parejas ya sedadas por el agua que hablan bajito, toman mojitos y se miran arrobadas. Yo me posicioné en una chaise longue tipo Duquesa de Alba y me dejé transmutar por Debussy. Conocí al gran Alfonso, el que lleva el cotarro organizativo y me reí bastante, la verdad. Aquello parecía una patum civilizada.
Amigos, nos es mala idea de cuidarse de vez en cuando, porque con tanto ajetreo, cuerpo y alma no van acompasadas. Mañana más.
Entré en aquel templo del agua con parsimonia. Me zambullí en todo tipo de aguas, avisté todo tipo de tatuajes, citas de fin de semana, abuelitos que avanzan con los bastones en paralelo y parecen osos pandas con su inmaculado albornoz.
Un chico me dice que su madre no sabe nadar, que si le dejo la parte del bordillo de la piscina. "Gracias, eh", de nada. Todo el mundo se quiere y es educado. Nacen margaritas de las cañerías y de las baldosas.
Por la noche, el estudio antropológico prosiguió con las parejas ya sedadas por el agua que hablan bajito, toman mojitos y se miran arrobadas. Yo me posicioné en una chaise longue tipo Duquesa de Alba y me dejé transmutar por Debussy. Conocí al gran Alfonso, el que lleva el cotarro organizativo y me reí bastante, la verdad. Aquello parecía una patum civilizada.
Amigos, nos es mala idea de cuidarse de vez en cuando, porque con tanto ajetreo, cuerpo y alma no van acompasadas. Mañana más.
viernes, 19 de febrero de 2010
Carles Santos is the one
Ayer, desafiando al profundo aburrimiento semanal (me pregunto por qué no me habré hecho desactivadora de bombas?), fui a ver al gran Carles Santos en acción. ¡Qué hombre, qué energía! Aunque me pasé la mitad de la obra en trance, sacudiéndome píxels del trabajo, me encantó la puesta en escena, los gritos, las fuerzas telúricas reunidas en un escenario con la misión de despertar a las masas pasmadas (y yo entre ellas). Y el título: La pantera imperial. ¡Grrrrrrrr!
Este hombre con cuatro pelos y barrigudo rompe la pana. Se tira al suelo, coreografía a bailarinas culonas, toca sonatas de Bach y grita. La reacción inmediata fue que tenía ganas de desnudarme como ellos y salir a gritar yo también al escenario. Lo sé, soy un felino difícil de domesticar.
Para variar, me tocaron detrás las dos mujeres más pesadas del teatro con frases del estilo: ¿Ves algo? ¿Pero ahora se desnudan? ¿Eso del culo de la chica es un tatuaje? Señora, he venido a escucharles a ellos, no a ustedes dos. Un par de celos para estas señoras, por favor.
Y luego, eso sí que fue telúrico, desafié al chorro de lluvia y me fui a uno de mis bares ever ever favoritos, con camareros simpáticos y bocadillos de jamón rebosantes de felicidad. Y pensé, no sé qué seré de mayor, pero a día de hoy soy feliz.
Aparquemos la jodida presión que custodia nuestras almas y disfrutemos del ahora. Diversión asegurada.
Este hombre con cuatro pelos y barrigudo rompe la pana. Se tira al suelo, coreografía a bailarinas culonas, toca sonatas de Bach y grita. La reacción inmediata fue que tenía ganas de desnudarme como ellos y salir a gritar yo también al escenario. Lo sé, soy un felino difícil de domesticar.
Para variar, me tocaron detrás las dos mujeres más pesadas del teatro con frases del estilo: ¿Ves algo? ¿Pero ahora se desnudan? ¿Eso del culo de la chica es un tatuaje? Señora, he venido a escucharles a ellos, no a ustedes dos. Un par de celos para estas señoras, por favor.
Y luego, eso sí que fue telúrico, desafié al chorro de lluvia y me fui a uno de mis bares ever ever favoritos, con camareros simpáticos y bocadillos de jamón rebosantes de felicidad. Y pensé, no sé qué seré de mayor, pero a día de hoy soy feliz.
Aparquemos la jodida presión que custodia nuestras almas y disfrutemos del ahora. Diversión asegurada.
jueves, 18 de febrero de 2010
Miércoles pasajero
Lo que hace el marketing, amigos. Ayer, sin ir más lejos, fui otra víctima invisible del marketing. Fui a ver la peli Nacidas para sufrir, un gran título con el que casi todos nos podemos sentir identificados, y la verdad es que menos algún gag muy bueno, me dejó un poco anestesiada. Luego la cosa remontó en forma de cerveza, que oficialmente será la última que me tome en dos meses, ya que he sido víctima de una ola de antibióticos. Y la verdad, antes de que me quede la cara como El Mapa Oficial de España, Portugal y Europa del Sur, prefiero entregarme al agua de manantial y renunciar a los vicios de bar, que son numerosos.
Fueron unas cañas terapéuticas, girando entorno al tema infinito del enganche (amoroso, básicamente) y maneras de rodearlo. De momento salieron varias ideas: cineforum quincenal, visita a las fallas de Valencia y cambiar de barrio.
Ah, y hablando de topicazos amorosos o no, os paso este link, donde os podéis despachar a gusto con todos los topicazos que genera esta ciudad monstruo-princesa que es Barcelona.
Ala, desfilando, ¡que hoy hace sol!
Fueron unas cañas terapéuticas, girando entorno al tema infinito del enganche (amoroso, básicamente) y maneras de rodearlo. De momento salieron varias ideas: cineforum quincenal, visita a las fallas de Valencia y cambiar de barrio.
Ah, y hablando de topicazos amorosos o no, os paso este link, donde os podéis despachar a gusto con todos los topicazos que genera esta ciudad monstruo-princesa que es Barcelona.
Ala, desfilando, ¡que hoy hace sol!
miércoles, 17 de febrero de 2010
Ante la dificultad, dos copas de vino
Este tiempo profundamente gris sólo puede generar toneladas de melancolía, disparar el consumo de bienes eléctricos y ahondar las heridas mal cerradas.
Como un inmenso dedo que hurga tu maltrecho esternón te recuerda que todo lo que haces es adorar al Dios de la repetición. Seguir el camino de baldosas grises que lleva a tu casa, comprar la misma barra de pan de siempre, cenar algún invento recalentado de escaso interés gastronómico.
Eso ya es la puntilla de la decadencia. Mi riñón y mis pulmones, dos de mis órganos más aguerridos, a parte de otros que ya explicaré más adelante, se niegan en redondo a repetir rutas establecidas. Sólo con que me pare en un bar nuevo parece que venzo a la rutina. Sólo con irme a casa con cuatro líneas nuevas de información, parece que pasé el martes con nota. En fin, mucho tiempo libre y excesiva imaginación.
Está bien recabar datos objetivos, caras largas, suelos mojados, porque para romper las reglas, hay que conocerlas bien.
Hoy no pongo video, os cantáis vosotros mismos. Yo sigo todavía con el de ayer: No puedo vivir sin ti, no hay maneraaa, la la la. ¡Que no os pille una nube gigante por sorpresa!
Como un inmenso dedo que hurga tu maltrecho esternón te recuerda que todo lo que haces es adorar al Dios de la repetición. Seguir el camino de baldosas grises que lleva a tu casa, comprar la misma barra de pan de siempre, cenar algún invento recalentado de escaso interés gastronómico.
Eso ya es la puntilla de la decadencia. Mi riñón y mis pulmones, dos de mis órganos más aguerridos, a parte de otros que ya explicaré más adelante, se niegan en redondo a repetir rutas establecidas. Sólo con que me pare en un bar nuevo parece que venzo a la rutina. Sólo con irme a casa con cuatro líneas nuevas de información, parece que pasé el martes con nota. En fin, mucho tiempo libre y excesiva imaginación.
Está bien recabar datos objetivos, caras largas, suelos mojados, porque para romper las reglas, hay que conocerlas bien.
Hoy no pongo video, os cantáis vosotros mismos. Yo sigo todavía con el de ayer: No puedo vivir sin ti, no hay maneraaa, la la la. ¡Que no os pille una nube gigante por sorpresa!
martes, 16 de febrero de 2010
Contra el efecto croqueta
A pesar de estos días que te caen como un ladrillo en la nuca, amigos, os conmino a luchar contra los elementos, tomaros un par de cafés y salir ahí fuera con vuestros mejores abrigos para reivindicar vuestra necesidad de primavera.
La clave del éxito es escuchar esta canción que os voy a poner e imaginar esos momentos estrella de mojitos, bailes de pijama el domingo en la cocina y cualquier actividad que esté alejada de la palabra obligación. Feliz martes, ya estamos todos aquí.
La clave del éxito es escuchar esta canción que os voy a poner e imaginar esos momentos estrella de mojitos, bailes de pijama el domingo en la cocina y cualquier actividad que esté alejada de la palabra obligación. Feliz martes, ya estamos todos aquí.
lunes, 15 de febrero de 2010
El arte de petardear en grupo
Sigue la ola de frío sin tregua, mientras que la anarquista que llevo dentro se alimenta de cualquier plan que sea un antónimo de pasar la aspiradora.
El viernes me recogía a mis aposentos desvalida y congelada, cuando al final el hada madrina del viernes (que existe) recondució mis pasos hasta un bar cubano y una discoteca antro donde te das cuenta que ser joven es un estado espiritual (había tipos de 60 años custodiando la barra con una sonrisa de aquí a Pekín).
Luego pagas el precio de los excesos, te desplazas por tu casa como un gusano forrado con un batín, comes kiwis a ver si te ayudan en algo y te preparas para la próxima escapada. Esta vez una orgía gastronómica acompañada de un reto amenazador: comerse 30 calçots a 2 grados. ¿Lo conseguiré? Claramente no. Mi hígado no quiere explotar como el de una pobre oca francesa, y creo que me planté en los 15 (pas mal, teniendo en cuenta que esa salsa es como deliciosa argamasa y te sella el estómago).
La compañía, como siempre excepcional. Concursos de pedos, de chistes, oda a las embarazadas, qué pasa con tu vida, feliz día de los enamorados (sí o qué?) y un largo etcétera de pequeños episodios que configuran un domingo feliz. De esos que te recuperan la fe en la raza humana y revisitas lo de quien tiene un amigo tiene una mierda. Porque aunque ser adulto es a veces un empinado caminito de piedras, la amistad es el Gatorade que todos necesitamos para saludar desde la cima de la felicidad. ¡Feliz lunes pastel!
El viernes me recogía a mis aposentos desvalida y congelada, cuando al final el hada madrina del viernes (que existe) recondució mis pasos hasta un bar cubano y una discoteca antro donde te das cuenta que ser joven es un estado espiritual (había tipos de 60 años custodiando la barra con una sonrisa de aquí a Pekín).
Luego pagas el precio de los excesos, te desplazas por tu casa como un gusano forrado con un batín, comes kiwis a ver si te ayudan en algo y te preparas para la próxima escapada. Esta vez una orgía gastronómica acompañada de un reto amenazador: comerse 30 calçots a 2 grados. ¿Lo conseguiré? Claramente no. Mi hígado no quiere explotar como el de una pobre oca francesa, y creo que me planté en los 15 (pas mal, teniendo en cuenta que esa salsa es como deliciosa argamasa y te sella el estómago).
La compañía, como siempre excepcional. Concursos de pedos, de chistes, oda a las embarazadas, qué pasa con tu vida, feliz día de los enamorados (sí o qué?) y un largo etcétera de pequeños episodios que configuran un domingo feliz. De esos que te recuperan la fe en la raza humana y revisitas lo de quien tiene un amigo tiene una mierda. Porque aunque ser adulto es a veces un empinado caminito de piedras, la amistad es el Gatorade que todos necesitamos para saludar desde la cima de la felicidad. ¡Feliz lunes pastel!
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