sábado, 1 de diciembre de 2012

No hemos venido a esto

Ausencias y presencias, llegadas con orquesta gitana de fondo o absoluta invisibilidad. Siempre nos debatimos entre opuestos imposibles de conciliar para entender qué pintamos en este decorado donde nos han dejado a la aventura.
Principalmente hemos venido a reproducirnos y bajo este paraguas conceptual, entraría la idea de diversión. Eso está en las antípodas del Gran Aburrimiento, un concepto que muchos tratan de implantar a cualquier precio, a veces por desconocimiento, otras por exceso de miedo, alcohol y frases repetidas de emails en cadena soporíferos.
Las noches de los viernes y sábados y por extensión la del resto de la semana han sido diseñadas para que nos mezclemos con otros conejos solitarios de la fábula y corramos de madriguera en madrigura entre risas y faldas. No para jugar al quién es quién, soy de Noruega, yo de Orihuela, a mí me gustan las guindillas, yo soy más de croquetas de pollo.
No me interesa más. Mis bases de datos rebosan de datos aleatorios sin aparente conexión que distan del calor humano.
Me pregunto por qué la gente se refugia en la palabra para acercarse a los demás. Ya sé que estan salen de la boca como una ristra de chorizos, pero es que siempre te ofrecen el mismo, que sabe a corcho.
Propuesta de la semana: acercarse a un extraño, soltarle cuatro frescas hasta conseguir cuatro risas. Y luego, sobre la marcha...