viernes, 8 de febrero de 2013

Casarse con uno mismo

Una de las cosas más fundamentales de la vida, creo, es ser fiel a uno/ a misma/o. No sé si tenemos bien interiorizado el concepto o simplemente actuamos por programación automática y genética, pero creo que es lo que nos ata con una delgada cuerda al verdadero sentido de la vida.
Eso sí, hay muchas trampas para dejar de ser uno mismo y convertirse en un lerdo disfrazado para complacer a otros. Conoces a gente y hablas y te escuchas repitiendo frases que no sabes muy bien ni por qué las dices, si salen de tu esencia o es la receta para hacer salsa boloñesa que alguien te explicó una vez y no sabes ni por qué conoces.
¿Eres tú, es el alcohol o es tu madre hablando de lo que es realmente conveniente en la vida? ¿Vale la pena venderse por unas horas? ¿Existen humanos capaces de bucear en tu pozo cristalino o simplemente son desatascadores de alcantarillas estándar? Todavía me lo pregunto.
Intentas hablar de temas prosaicos, decir que sí y que no, y que podría ser mejor o peor. Pero en el fondo sé que me gustaría diseñar gabardinas para koalas, decidir si los salmones están sobrevalorados o simplemente dejar de hablar, tirarme al suelo y hacer la croqueta.
No sé ni de qué os quiero convencer con esto, lo que sé es que hay que huir del aburrimiento como de una granizada. Luego no digáis que no os avisé. Eso si, paciencia, velas encendidas y estar sentado en las barras adecuadas o en las paradas de autobuses correctas.