jueves, 22 de septiembre de 2011

Maravillada estoy

Una de mis nuevas aficiones de parada es tomarme un café sin prisas mientras hojeo revistas de bajo contenido intelectual. Que yo sepa hasta la fecha esta actividad no está penalizada y la verdad sirve mucho para desconectarse de la realidad y alrededores.
Estaba inseccionando una de estas revistas cuando lo vi. Allí estaba, a sus lozanos 75 años, vestido de blanco, como un santón cubando y posando con su segunda familia.
Lo de los posados es algo que siempre me ha maravillado. Con qué soltura y gracejo famosos y aspirantes al título se abren de piernas, levantan las barbillas y miran al infinito de sus propiedades o de cualquier localización minimamente lujosa.
En este caso estoy hablando de esa enigmático-esperpéntico personaje que es Lluís Llongueras. En el pie de página ponía que tenía 75 años, pero a nivel visual y post photoshop parecía un tío de 50 años. Primer shock. El segundo es cuando lees sus declaraciones.
O se ha servido un peligroso cóctel de opiáceos para desayunar o este señor está muy para Cuenca. "A fulanita, le encanta el sexo. Y eso es algo que no se puede pagar con dinero". A ver, puntualicemos. Mi memoria es volátil y no puedo asegurar que estas fueran las palabras exactas, pero puedo asegurar que el tono era este.
En plan, soy el puto amo, tengo 75 años y tenéis suerte de que sólo me dedique al sector de la peluquería, porque si no iba a dominar el mundo. Y todos iríais de blanco y con el pelo crepado. Os habéis salvado justo por los pelos (metabroma).
Cuidado con los posados y sus personajes, nunca le dejan indiferente a uno.

martes, 20 de septiembre de 2011

Brújula para navegantes freelance

Así, en plan rápido, a la velocidad que un chupito de vodka llega a alguna parte de tu cuerpo, si alguien me pregunta qué es la vida, yo respondo: huir de un señor con una maza tamaño industrial que quiere que tragues polvo, que te reduzcas a la nada, que seas muy pequeño.
Tenemos una gran misión diaria entre manos: levantarse cada día, prepararse algo no venenoso para comer, ir a algún lugar a generar algo y cuidar de tu cuerpo, porque si no acabas arrastrando un saco de patatas, vamos, que te descuidas un poco y te ponen en una verdulería con las bolsas de 5 kilos.
Es un hecho contrastado que los poseedores de parejas en su DNI emocional tienden a colgarse un chorizo alrededor de la barriga, o lo que es lo mismo: pierden la noción de cuidarse y hacer de ellos alguien presentable. Hace poco vi a un antiguo playboy ahora fuera del circuito y mi scanner dijo: mal. Te has envejecido junto al mando y la pizza Tarradellas. Ya no hueles a limón como antes ni sacas conejos de sombreros de copa. Alguna mala malísima indicó que le habían salido tetas. Yo, como estoy muy solidarizada con este tema, pues nada, me relajé y pensé: ya irá a proveerse de sujetador este hombre. También le puedo dejar uno mío.
Con o sin tetas, uno tiene que tirar de su carro a diario y la idea es pasar de cagarse en todo por tener que hacer eso a ser capaces de apreciar el milagro que es que cada día salga el sol, que el aire nos acaricie y tengamos un trozo de pan en alguna parte de nuestro plato.
Vale, ayer vi El árbol de la vida y levité tres metros más de mi postura habitual. Puestos a no entender nada, celebrémoslo almenos.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Barcelona improshow

Estaba en el Paseo de Gracias, sentada en un banco, un plan muy de entreguerras, de estar allí tomando la escasa brisa que el mes de setiembre nos está regalando.
El caso es que estaba plantada delante de la tienda innombrable donde venden cápsulas de café a precio de diamante cuando he asistido a una escena muy de Bertold Brecht.
Un hombre negro estaba separando hierros de un contenedor allí plantado, montando una escena visual y acústica. Un grupito de vecinos se ha acercado a él y le ha estado indicando, interrogando y aconsejando.
He observado todo desde la distancia, intentando descifrar ese lenguaje no verbal que acompañaba a cada gesto de unos y otros.
Lo que he deducido es que a los vecinos de esa esquina emblemática de ciudad les parecía un horror tener allí a un hombre con un carro de la compra estampando hierros contra el suelo. Porque en esa esquina sólo se acepta belleza y glamour, esos adjetivos tan asimilables a la versión guiri de la ciudad de Barcelona.
Mi pregunta era: ¿estos tíos se molestarán en quejarse por los recortes de sanidad, educación y cualquier cosa del ámbito público? ¿O sólo se escandalizan porque las baldosas de Gaudí se han magullado? ¿O por tener una serie de tubos afeándoles la vista?
Vivimos en una ciudad demencial: por una parte están los que viven de espalda a la realidad mirándose únicamente su ombligo, disfrutando de sus privilegios y por otra están los que están en la línea de fuego, hurgando contenedores, sirviendo pizzas precalentadas por cuatro duros y esperando encontrar un poco de luz en este inframundo capitalista.
Pasen y vean, el espectáculo está servido. Ahora sólo tenéis que elegir de qué bando estáis.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Entrando y saliendo del armario

Para aligerar mis rutinas acostumbro a refugiarme en alguna cafetería medio decente, donde pueda espiar a la clase trabajadora y a las élites que se supone que mueven el país. Ha caído la Vanguardia entre mis manos. Un café siempre es más entretenido con un periódico de por medio.
Veo en su contra una entervista totalmente de relleno a un presentador que se supone que es una gloria nacional. Que conste en acta que esta pequeñs tribuna etílica no basa su fama y glamour en poner a caldo a gente de manera gratuita. Este tío se lo ha ganado a pulso.
Para empezar, la foto que utilizan. Él, con sus estupendas gafas que su estilista le ha dicho que le quitan años, mirando por una lupa, a lo Hércules Poirot. No estoy para juegos, gracias, eres un periodista, no el heredero de Ángel Cristo.
Segundo. Dicen, cuentan, que este hombre ha salido del armario. ¡Felicidades! Es más, solo por su valentía u honestidad ya me sumaría a sus huestes de seguidores. Pero no, queridos. No ha tenido el valor de decir en ese BOE de valores arcaicos y somnolientos de aclarar su verdadera condición. Ponía que estaba casado y tenía dos hijos.
No cuela. Basta ya de farsas, de teatrillos de serie de mediodía. No intentes ir de defensor de la verdad y de adalid de un periodismo incómodo y de investigación cuando no pones tus propias cartas sobre la mesa. En fin, por mí como si lleva tatuado en la espalda el himno del Barça. Es su problema.
Hay homosexuales conservadores. Hay familias disfuncionales. Basta ya de mechas y sonrisas perfectas. Ese tiempo de aceptarnos como somos. ¡No tires la llave del armario al mar, está mejor en tu bolsillo!

viernes, 9 de septiembre de 2011

Miedo de alimentarse en Barcelona

Mi salud mental depende en estos momentos del yoga, la música y mi pequeña vida social. Ayer quedé con el doble natural de Don Johnon, que vive en Barcelona, por si no lo sabíais. El caso es que la cita era en esa hora extraña en que tienes que decidir si finalmente vas a cenar o te vas a meter unas cervezas entre pecho y espalda con caída libre y amanecer turbulento.
Yo jugué la carta de la seguridad y cené en casa. Comer fuera de tu espacio natural conlleva más de un riesgo. El primero, que te roben descaradamente. Esta ciudad se está convirtiendo en una especie de joyería, donde las cañas valen 2 y 3 euros y los bocadillos 5 y 6 euros. Vale que vivo en la central de orfebrería, que es Gracia, pero cuando supere esta etapa, me voy a ir a San Jeroni de Dalt donde todo me costará 1 euro. Y seré feliz. Lo juro.
Don Johnson tenía hambre y tuvo que enfrentarse a una carta horriblemente diseñada con una especie de trampa mortal: todo lo que se ofrecía valía 4,80 euros. El peligro duerme en cualquier lugar. No tuvo miedo a una indigestión ni a enfrentarse a una noche de pesadillas gástricas. Con una valentía extraordinaria, se pidió una tortilla de foiegras y bacon. Antes me como un kilo de manzanas del tirón.
Después de allí saltamos a otro bar y así sucesivamente, hasta que volví a mi casa cantando jotas y hoy he tenido un kilo de cemento en la cabeza durante toda la mañana.
Con la reflexión de siempre: ¿por qué siempre hay sitio para una caña más sea la hora que sea? ¿Por qué siempre piensas que el alcohol te ayudará a vete tú a saber qué?
Al menos no me ha dado por jugar a las tragaperras, mirémoslo por esta parte.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Lluvia de gin tonics

La vida es más sutil y digerible con un copazo en la mano. Especialmente si se trata de un gin tonic bien construido, muy a mi pesar, en esta moda ya consolidada de utilizar ginebras que solo conocen unas 45 personas en cada país, así como ingredientes del estilo "humo de roble" (esto es real, mi amigo se tomó ayer uno que contenía tal sustancia astrofísica).
Yo opté por la lavanda y la rosa, just in case, no vaya a ser que me crezcan elfos y musgo por dentro, lo que me faltaba...
El caso es que mi estupendo y cáustico amigo E. es un gran acompañante nocturno y de alcohol. Empezamos a debatir temas tan interesantes como el grupo Manel. A mí la verdad es que me parecen una comparsa maja, que nunca dicen culo en público y copulan en la postura del misionero. Pero E se despachó. Que si parecen una tuna estilo CIU, de festa major, que hablan como antiguos trobadores, mencionando tietas y abuelos recuperados del baúl de los recuerdos. Vamos, que parecen las fábulas de La Fontaine actualizadas a ritmo de ukelele. La verdad es que para mi gusto particular ganarían puntos si fueran más canallas, y no tan buenos niños. Sí, ya sé que eres sensible y tienes el corazón cosido a tiritas y bypasses. Calamaro también y dice que debería estar prohibido haber vivido sin haber amado. Ya con esta frase me tiene atado a sus tobillos hasta el fin de mis días.
En fin, fans de Manel no la toméis conmigo, o sí. Yo amo la lírica y el arte, pero el día que se abran más en canal y se despeinen, todo será mejor y más ineteresante.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

I am still here

No os he abandonado pequeños cachorros, que no cacharros.
Es que intento tatuarme la palabra disciplina en mi vida y le he jurado al niño Jesús y a otros personajes varios, entre ellos yo, que me voy a levantar cada día a las 9 de la mañana am horario peninsular para ir a hacer yoga a las 10 am horario peninsular. ¿Lo conseguiré? ¿Lograré mover mesas camillas con el poder de mi mente y partir ladrillos con las uñas de los pies? Quizás. No me inquieta demasiado.
Lo que está claro es que uno necesita alguna razón poderosa para salir de la cama. Y en estos tiempos escasean, con lo que uno tiene que inventárselas.
Que me han dicho que Guillaume Canet está en el Bar Vulcano tomándose un anís. Entonces yo salgo de la cama, me cambio el picardías por un modelito estilo francés y bajo en busca del galán.
Ah, que se acaba de ir. Entonces me resigno a tomarme un cortado con un hombre de 80 años y bueno, al menos me digo: ya no estoy entre las sábanas atrapada.
Y así me paso el día, inventando amigos y enemigos, planes fantasmas y reales y apostando por una nueva start up llamada C.Fornieles. Así es la vida, o tiras tú del carro o te vas a la cuneta.
En dos horas comeré con Woody Allen, en realidad se trata de una amiga mía, pero en este mundo de algodón rosa diseñado para no sufrir demasiado, mi colega lleva gafas y se acuesta con una asiática. Y me parece todo razonablemente bien. Al menos nadie explota mi pescuezo ni aguanto chorradas en cantidades industriales.
Y con esto y un bizcocho, voy aseguir inventándome algo. Feliz miércoles!

sábado, 3 de septiembre de 2011

Malditos cuarenteros

Estaba tranquilamente en mi momento no quiero relacionarme con ningún humano a nivel visual o táctil cuando han interrumpido justo delante de mí. Hay muchos sitios donde ir a vociferar tu vida, pero evidentemente (como no), gracias a estos pesados que he tenido el gusto de escuchar, hoy tenemos borrachera de champán.
Era un grupito heterogéneo de treintañeros largos, recién estrenados los 40 algunos. Temas a tratar: conocían perfectamente la previsión del tiempo para hoy (un tema aborrecible, por supuesto) y estaban inquietos por si tendrían que cambiar sus biquinis y demás enseres playeriles por el paraguas. Si llueve te mojas, y de paso te callas un poco. Otro tema que generaba gran tensión en esa reunión infernal era si debían ir en coche a la playa o en transporte público. Eran 6, uno de ellos se negaba a cargar con la toalla todo el día (??) y luego han optado por hacer apuestas sobre zonas azules y verdes. Yo me he puesto amarilla e intentaba concentrarme en mi lectura sagrada del horóscopo, porque claramente es en la actualidad una de mis actividades imperdibles. Y preferidas.
Con miradas asesinas no he logrado espantarles. Porque el tercer tema de la tarde ha surgido cual flor post-veraniega para deleite de todos y todas: paella o fideuà. Oh, se me rompe el corazón y las tripas. Finalmente han elegido y gracias a sus numerosos y previsibles smart phones han podido solucionar el problema con éxito. Es más, si váis al Puerto Olímpico seguramente os los encontraréis, poniéndose morados y gritando a pulmón abierto sus problemas conyugales, futboleros y sexuales. Mi cerebro ha eliminado hasta el nombre del restaurant por salud mental.
A veces me doy miedo a mi misma por mi extrema bilis, pero cuando uno quiere silencio, es lo que desea. Es como si quieres salmón e insisten en que te comas cantimpalitos. ¡NO GRACIAS!

jueves, 1 de septiembre de 2011

Lo que representa velar por el orden

Ser policía o cualquier tipo de esbirro dedicado a vigilar la normativa vigente hoy en día, debe ser lo peor. Bad timing queridos. Si hasta El País, que siempre hablan de lo que la gente le preocupa (desde infancias desdichadas de Rihanna a familias desestructuradas en Móstoles), se preocupaba el otro día de publicar un boletín sobre cómo disolver una sentada pública o una ocupación del ambulatorio de turno.
Es que vamos. Era tan cómodo ser poli antes. O aduanero. O alguien que te vigila porque es necesario (ya lo advertía Rousseau hace tiempo).
Te pedía los papeles, tú rezabas para que todo estuviera en su sitio, y cada uno a su casa, tú con la lección bien aprendida de que no hay que excederse demasiado en lo que a orden y concierto se refiere. Aunque fuera un memo lerdo la persona que te atendía y más bien un gañán en sus modales. Nos imponía algo semejante a la autoridad.
Pero la gente ahora está con los morros inflados y el cerebro y órganos coronarios a punto de explotar. Estamos bajo presión, una nube negra invisible se cierne sobre nosotros amenazando deshaucios, paros, recortes, y claro, cuando te tocan lo tuyo, la cosa se disloca.
Por una parte me alegro de que las cosas se tensionen, porque sacan al guerrero que todos llevamos dentro. Por otra parte, lo de siempre, hasta que el vaso no rebosa y hay inundaciones nadie saca el flotador. Y lo de siempre, el que está vigilando el patio podía ser tú y tu podías ser él. Por eso me encantaría ver alguna foto a lo gonzo, donde un poli se saca el disfraz y llevara un tatto en el pecho mismamente que ponga Viva Teruel o Rosi te quiero, porque todos estamos hechos del mismo barro y solo nos separa un disfraz. Y cuatro órdenes mal formuladas que no se las cree ni el que las ha dictado.