jueves, 24 de noviembre de 2011

Amor y desamor a través de los sabores

En esta nueva polivalente y creativa, me apunté a un curso de edición de vídeo. A lo que se juntó un mail de esos que anunciam un concurso de vídeos. Yo hice esto, y la verdad es que lo he visto como 20 veces de la emoción. Mis amigas tienen hijos, yo tengo criaturas en alta definición. Enjoy!!

viernes, 18 de noviembre de 2011

Querer estrangular a alguien y solo sonreír

Hoy me he sentido muy Angela Merkel y eso que no he tocado el bote de laca. Casuística: ayer por la noche, se me queda el teléfono mirando hacia la zona de Cuenca y sale en pantalla: tarjeta de memoria dañada y me sale el puñetero logo de Movistar brillando como un meteorito letal. Me cogió tal cabreo que me costó dormirme. O sea, tú te enganchas al aparatito de turno, y de un día para otro, dice que adiós, que te entretengas jugando a la petanca. Este paralelismo es aplicable al mundo de las relaciones sentimentales, como la mayoría sabréis bien.
Total, me he levantado cabreada de nuevo, con mucha adrenalina que repartir. He ido a clase de yoga por eso de cultivar mi paz interior, que existe, pero a veces se incendia con las pequeñas aventuras cotidianas y se convierte en un auténtico polvorín.
Con los chacras en su sitio y a todo gas, me he transportado hasta una tienda de Movistar. Es el último lugar donde podrías encontrarme cualquier día de la semana, pero hoy era un caso de vida o muerte. Y allí he esperado unos 12 minutos, muy alterada, mientras la dependienta se partía de risa con una parejita que se iba a comprar un iphone. He intentado relajarme mirando los horrendos posters que decoran este tipo de tiendas-aeropuerto (todo es azul y luminoso). Diré a favor de mi salud mental que uno de los slogans del poster era: Súbete al carro de la alta velocidad y un tío empujando a una mujer en un carro mientras los dos tenían una especie de orgasmo a 30 megas por segundo. No contéis conmigo para esta locura.
Resumen: Angela Merkel hubiera pensado que no iba a aflojar ni un duro para rescatar nada ibérico, que este es un país de pandereta y que para vender un iphone se necesitan 3 minutos máximo.
Y encima la dependienta ha dicho que era mi problema si no funcionaba la tarjeta. He inspirado muy muy hondo y me he largado a ladrar a la calle, porque si no hubiese protagonizado una performance donde las patadas y los iphones hubiesen sido los protagonistas.

jueves, 10 de noviembre de 2011

La imbecilidad de lo gratis

Me siento acorralada. A parte de la inminente llegada de Marianín el del peluquín, me siento casi aislada socialmente. Y todo porque no me he instalado ese nuevo milagro de la ciencia y de la tecnología llamado what's app. Amigos, os están dando trampas de azúcar, miel e incienso y dentro de poco hasta para tiraros un sonoro pedo necesitaréis vuestro mobile device para anunciar al mundo que os sentís más ligeros.
El Universo me dio tres días de prueba con este producto neocapitalista (al cuarto día mi teléfono lo expulsó con la excusa de que era una versión demasiado antigua (?)). Y ahí comprobé que hay gente bulímica de ideas. Para decirte nada, te envían 5 mensajes. Aquello me parecía un horror, porque iba caminando por la calle, consultando la pantalla, con serias probabilidades de abrirme la cabeza, ya que de momento el tercer ojo está más bien en mi parte trasera, que no delantera.
Un amigo me confesó que se había tragado más de un árbol a cuenta del invento.
Otro me dijo: "Eres la única que manda todavía mensajes". Sí, y la única que dice en público que tiene una bata para ponerse en casa en los meses de invierno.
Estoy cansada de la pose "estoy siempre conectado y mola mucho". Vivan los vinilos, las madalenas (que no cupcakes, cuidado que este es otro tema de interés, ya nada se llama madalena), las mantas de pelo y los hombres sin depilar.
Quien quiera decirme algo, que me mande una paloma mensajera.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Ir a Madrid y volver sobreestimulada

Hacía tiempo que no vomitaba aventuras rosas. La vida de ermitaña es lo que tiene. Tu vida transcurre en un ámbito de unos 5 kilómetros cuadrados y cualquier actividad allende cobra el adjetivo de heroica.
Mi prima y su querido me medio engañaros para ir a Madrid. Y todo lo que sea huir de la rutina es bienvenido.
Madrid, eres tú, la capital. Me sentí algo provinciana ante aquellas hordas enloquecidas que transitaban como si fueran a comprar acciones en el Wall Street de la esquina. Luego pensé, tú también has crecido entre tubos de escape, así que no te dejes intimidar.
No sé si mi figura resistiría al impacto de las cañas y las tapas. Me dio la sensación de que los días y las horas se escapan detrás de las barras de bar.
Mi prima, que es experta en ingerir muchas bebidas y poner cara de aquí no ha pasado nada vaciaba vasos impasible mientras yo le seguía el ritmo como podía. Y encima se cachondeaban porque pedía vasos de agua (??). Esta juventud es incauta y optimista. No saben que a partir de los 30 tienes unas digestiones del demonio y las resacas son como para pedirse la baja laboral. Ya me lo contarán (con una caja de Almax en la mano).
Compartimos aventuras con otros amigos y fue muy divertido. Alternar con gente que desconoce el significado de hipoteca y bonos del estado es muy gratificante. Volví a mis 20 casi sin darme cuenta. También fuimos a ver un musical, pero ese tema ocupará la siguiente crónica rosa. Porque me dejó bien impactada. Cuidaros y que no os engañen con nuevas teorías sobre la crisis. Son totalmente falsas.