jueves, 9 de junio de 2011

Cosas que odio

Los días nublados encadenados. Mirar la predicción del tiempo y ver que de nuevo va a llover el día que decides celebrar tu cumpleaños. La gente que se te queda mirando. Finales de película que se recrean en el lloriquo que despiertan en el público (sí, también lloramos en el cine). Tener la voluntad de un mosquito. Empeñarme en ascender el Himalaya en chancletas. Podéis añadir vuestra lista de pesadillas favoritas y yo os diré que tenéis razón. Porque hace falta manual para entender todo esto que nos rodea.
Feliz día de junio que parece diciembre.

viernes, 3 de junio de 2011

Modelos de ficción

A pesar de mi condición de parada, todavía mi micro ego y yo vamos a la peluquería de vez en cuando. Ayer, ritual de los rituales, cayó en mis manos el Hola. Ese documento fascinante, a la par que alienante, que eleva los sueños de las masas y los pasea por casas y palacios que seguramente jamás habitarán.
Estaba yo husmeando con alegría entre salones con panteras y tea table books perfectamente apilados, esos libros que suelen costar sobre 100 euros por barba que tienen fotos impresionantes de las cascadas Victoria o de los rituales del Perú, que nadie jamás ha leído, pero que quedan perfectamente en una mesita y te transmiten el mensaje que sus propietarios tienen inquietudes intelectuales. JA.
En ese catálogo de sueños y a los Royals. Me pareció ya el mega espejismo. Comunión de no sé quién en el palacio de tal. Es todo taaaan medieval. Gente aseada, bien peinada, con zapatos de 800 euros sonriendo. Mientras tú no compras ese jabón con jojoba o vete tú a saber que elemento robado a la fuerza de la naturaleza por ahorrate 35 céntimos (el super es así, Darwin en estado puro).
Total, que vestido que lleva la nueva princesa de Inglaterra bla bla, modelo que se agota. ¿Pero la gente es lerda o qué?¿Creen que por disfrazarse como una tipa acabarán saludando desde balcones a grandes masas exaltadas? No lo entiendo.
Es más, cuando veo que ellas van de beige, color que no soporto y me parece muy sospechoso, yo me visto de fucsia. Cuidado con la realidad, que se empeña en alterar nuestras queridas ficciones.

miércoles, 1 de junio de 2011

Encendida

Mi última adicción confesable es leer noticias sobre Felip Puig. Como dice una amiga mía, las personas con la cara fláccida no son de fiar. Y toda esta gente que se ampara en el traje, la religión y la mentalidad de botiguer son lo peores. Porque yo no sé lo que quiero todavía, pero sé lo que no quiero. Y a esta pandillita, cuando les sacas la misa, la familia y la corbata se quedan en nada. Porque no tienen alma, solo formas y ego y un profundo sentimiento de pertenecer a una gran familia redentora.
En fin, que en esta nueva línea de investigación antropológica he encontrado una gran aportación: le apodan Don Limpio (y que beba un litro de lejía para limpiar su alma) y el pequeño franquito catalán. Hay mucho escritor en potencia a la sombra de nuestras calles. Aunque digan que este país es un desastre y la gente se pasa el día al sol y bebiendo, sé que hay una poderosa gracia sumergida que aflora en este tipo de situaciones (hay muchas pancartas en Plaza Catalunya que son gloriosas, desde No hay pan para tanto chorizo como el señor valenciano que fue a votar con un papel colgando: Este traje lo pagué yo).
Así que a pesar de que digan que esto tiene los días contados y que hay que peinarse como Artur Mas para ser un ciudadano feliz, insisto en negarse a bajar ni un centímetro de esta atalaya de conciencia a la que hemos escalado estas dos últimas semanas.
Porque hasta la señora de la mercería de debajo de mi casa lo sabe, que esto es una comedieta con los cuatro bufones de siempre votados por los tres conservadores de turno. La vida es cambio y sabemos cómo hacerlo. ¡Adelante ciudadanos, no estamos solos y solas!