jueves, 21 de marzo de 2013

De mí a mí: amor unidireccional

Mi pregunta es la siguiente: ¿Tiene que venir una marca como Coca Cola para recordarnos lo importante que es la felicidad e incluso organizar unas jornadas sobre el tema? (pasó en 2011, cuando las marcas nadaban todavía en la abundancia del consumo hedonista).
No queridos. Ni las marcas que prometen sonrisitas con ojos orientales llenos de zen ni las buenas intenciones de los gobernadores de Bután, inclinados a pensar que celebrar el día mundial de la felicidad (ayer) va a generar un poco más esa efímera sensación os van a embarcar a ese deseado destino.
He estado alejada de nuestra cocktelería favorita donde sirven champán rosa por los siguientes motivos: trabajo y cuidados intensivos de mí misma. A ver queridos, ¿cuándo fue la última vez que os lo permitísteis? Más bien, ¿cuándo fue la última vez que os aparcasteis en un bar, mirasteis el techo y dijisteis "todo está bien". Y os comisteis el bocadillo más hermoso y caro y la cerveza más fría y mmm. Y de rebote recuperaste a ese amigo perdido en la tierra de las Blackberries y acabaste organizando una fiesta de por fin es viernes, por decir algo, teniendo sólo un limón en la nevera.
Así es. Abundancia y cuidados a uno mismo. Aparquen la vara, el teléfono móvil inmovilizador y las fotos del Hola de millonarias eslavas que reposan sus manicuras en bidettes recubiertos de oro.
No es eso lo que necesitamos, más bien buscamos: cariño, cuidados, cuatro risas y algo que lleve jamón ibérico dentro. Y si hace sol, mejor.