lunes, 30 de agosto de 2010

Lo que se espera de mí

Seguimos en la tónica bajeza y depresión. Una pena, teniendo en cuenta el fantástico fin de semana que he pasado con mis vecinas, la hermanísima, el ex novio de la misma y la familia de todos ellos. Yo, que siempre sufro estrés pre-traumal de familia descompuesta, me he dado cuenta de que nada mejor que una buena familia desintegrada para que no te toquen las narices en exceso.
Yo viví aquello como una extensión gratis del TDT, un Gran Hermano sin moderador, donde el padre y su sabiduría intentan impartir cátedra siempre que pueden y las hijas vuelcan los ojos hacia atrás y sueñan con bebidas de alta gradación para olvidar ese momento indeleble en sus retinas y trompas de Eustaquio.
Todos opinan, todos saben. Que si los jóvenes son unos vagos y no ahorran, que antes la vida sí que era dura, que ahora nos vamos de viaje y por eso no compramos pisos, que si cambiamos de novios más que de bragas, vamos....para caerse de la silla.
Y yo, que odio la autoridad, intenté lanzar cabos y cuerdas para que entiendan un poco que estar a flote en el 2010 no es tarea fácil y que somos supervivientes. Y que no se puede querer más a un coche que a una hija, porque en esa casa los coches son sagrados.
Y por tal motivo, bauticé al coche como coche museo, porque vamos, sólo hace falta que te cobren un euro para verlo. Yo ya hice mi tarea de labor social y de mediadora. Que me vuelvan a invitar a esa casa de nuevo ya es otro cantar. Ala, despegando que ya es lunes, mira tú por dónde.

viernes, 27 de agosto de 2010

La capacidad de decir que no

Yo, que pensaba que había cogido el toro por los cuernos, que sabía controlar mi ira y mis obligaciones y el pequeño ecosistema de mi alrededor, veo claramente que estoy ofreciendo mucha resistencia. Llevo escuchando esta canción 8 veces, releyendo todos los periódicos nacionales e internacionales, con la indisimulada misión de no afrontar el regreso al trabajo, a mi hoja de rutina. Puaj, como odio el verbo repetir. Y dar la cara a una oficina que destila depresión y en las que espero encontrar bebidas de alta gradación para olvidar este momento.
Así, a las bravas, cojo un tren a las 4 porque no quiero ni enfrentarme a mi casa, que parece un decorado de la Quinta Guerra Mundial: maleta por deshacer, basura que huele a muerto y como no, hormigas. Una delicia.
En fin, no quiero seguir sometiéndoos a este festival del desamor y el kleenex usado. Espero volver más efervescente el lunes. Y si alguien tiene alguna cita que levante la moral, puede escribirla, será altamente valorada.

jueves, 26 de agosto de 2010

Ascensión automática

No sé si os ha perseguido esta constructiva idea de buena mañana: que uno se levanta de la cama para casi nada. Pienso: ¿tengo que resolver algún asunto de máximo interés internacional? ¿Mi presencia es altamente necesaria? ¿Alguien notaría que mi pelo despeinado no estuviera en mi mesa a la hora precisa? Sí, todo este rollo macareno iba taladrando mi mente mientras cruzaba la ciudada a 50 por hora, veía como alguien llevaba flores frescas al tanatorio, la rueda seguía girando y mi voluntad quedaba reducida a un buenos días compañeros, ya estoy de nuevo aquí.
Como noticias a destacar: gran calor estival que me impide pensar con claridad por la tarde y parte de la noche. Vuelta a la olvidada costumbre de hacerme la cena. En lugar de pensar qué deprimente es hacerse una ensalada para uno, canto una canción de Francisco Nixon y como que los tomates saben mejor. Sí, me queda pendiente toda la crónica estival, pero todavía tengo que trasladar todos esos recuerdos maravillosos, que viven ensortijados Dios sabe donde, al teclado.
Parece que ya estamos más cerca de llegar no sé sabe muy bien a qué parte de dónde.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Gracias a Weekend Vampire

Todo me parece menos duro. A pesar de haberme pasado tres días en la pony cama dando más vueltas que un molino, bebiendo agua para parar un tren, ingeriendo extraños preparados químicos que me han dejado el cutis fa-tal...y hoy, ya resucitada, cantando las maravillas de la vida hogareña sueca. Summer is over.
En fin. Qué contar del verano y sus maravillas: entierro de relojes, celebración constante de la vida, gritar por la calle, fotos en las esquinas, visitas inesperadas y bromas espontáneas para cada ocasión.
No quiero caer en un agujero de grietas y perdición. Disciplinaré de nuevo mi pequeño cuerpo de soldado y su correspondiente mente y respiraré hondo. Y escucharé bonitas canciones mientras busco nuevo objetivo cotidiano.
Si habéis vuelto de las vacaciones escribid vuestro nommbre en la lista, si no entenderé que me toca jugar de nuevo sola en el patio y en ese caso me aburriré, cogeré un puñado de tierra y os lo tiraré en la cara. Creo que todavía tengo algo de fiebre.

jueves, 5 de agosto de 2010

Fin de fiesta

Amigos, llegó el día de colgar la camiseta en el vestidor por unos días. Sí, me voy de vacaciones y voy a manipular mi pequeño teléfono de mano para que no suene con su arritmia habitual. Santa dependencia por Dios que tenemos de las ondas invisibles.
Con menos pelo de lo habitual y la zanahoria invisible de comprarme el Cuore, la salsa de cualquier tipo de trayecto que implique un aeropuerto, me despido de: las obras, el quiero y no puedo, las caminatas regadas de sudor y la soledad del gazpacho nocturno.
Y abrazo la muerte clínica del reloj, el tirarse por cualquier tipo de superficie plana y celebrar la vida sin tener demasiado en cuenta las consecuencias.
Así que explaiaros, agitad vuestros músculos amatorios, explotad por dentro y por fuera y volved puntualmente en 16 días. Nos veremos de nuevo y sabremos que estamos de vuelta aquí. Y sí, una copa de vino a su debido tiempo te reconcilia con la vida.
la la la goodbye song

martes, 3 de agosto de 2010

Códigos de comunicación

Queridos, como buenos homo sapiens amaestrados que somos, se supone que tenemos que regirnos por un determinado código social y de comportamiento bla bla contra el que me rebelo periódicamente. Es más, es mi cuerpo el que se niega a someterse, y casi sin pensarlo: pies encima de sillas, piernas en las mesas y cuerpos arrellanados como choricitos parrilleros por cualquier superficie plana.
Las sillas son un elemento antinatural, y ya las 8 horas de trabajos voluntarios ni te cuento.
El caso es que siguiendo este intersante código de mujer conoce a hombre y al inrevés hay un maquiavélico juego de llamadas en marcha que me pone muy nerviosa. Se supone que es elixir de la vida, la chispa de tu excel, el secreto de tus ojos, pero yo que soy más bruta que un arado odio mirar cómo una máquina te alegra el día.
Así que no puedo esperar ni un minuto más para cerrar el teléfono por vacaciones y ya. Y que llame el manager de Britney o la madre de mi administrador de fincas, porque seguramente no le atenderé. Y es que ser librepensador tiene un precio, que aquí la suscritora paga religiosamente cada día.

lunes, 2 de agosto de 2010

The gentle life

Sí amigos, aparcar las obligaciones es altamente gratificante. A parte de enfrentarse al vacío que supone el día por delante, es muy esperanzador dedicarse a hacer lo que a uno le da la real gana. Desayunar a cámara lenta, ducharse con el sr. Nixon de fondo, tirarse en la cama, volver a levantarse y un largo etcétera de actividades no lucrativas. Os recomiendo como plan de indulgencia semanal una visita urgente a The Last Chiringuito de Ocata, donde está Neptuno esperándote, armado con su tridente Mediterráneo y una birra fresca. Maravilloso. Con qué poco nos conformamos los que vivimos encadenados al minutero.
La verdad es que fue una noche divertida, ya que encontramos a contertulios de nuestra altura, en el sentido de que uno decía guisante, el otro patata, y así sucesivamente. Encuentros agradables para una noche de verano.
Y con esto, amigos, sigo desgranando el contador hacia las vacaciones. Insisto, un poco de anarquía diaria te ayuda a envejecer mejor.