miércoles, 23 de mayo de 2012

No todo va a ser lloriquear

Que la vida azota en las costillas como la picadura de un mal bicho, es cierto, qué se le va a hacer. También hay buenos aceites reparadores para embalsamar heridas y recomponer cuerpos tullidos.
Con tanta crisis y discurso mortecino apenas me había dado cuenta de que la gloriosa primavera ya ha se ha instalado en la ciudad. Sin grandes aspavientos, se ha encargado de regargar el ambiente con aromas perfumados.
Y pienso, ¿esta pandilla de irresponsables que nos gobiernan no van a parar de vomitar basura? ¿Es que van a lograr que olvidemos esos placeres básicos y casi gratuito como observar un esqueje brotar de la nada?
No sé vosotros, pero leer el periódico se ha convertido en un efectivo purgativo online. Es leer y ganas de ir al baño.
Una amiga me contaba que se ha pasado a las rancheras y otros productos de consumo fácil porque le daban ataques de ansiedad mientras conducía y escuchaba tertulias de supuestos expertos en varias materias.
Es que ya no se va a poder consumir un yogur a gusto ni pegarse un revolcón. Todo conlleva hoy en día infinitos efectos secundarios y de imprevisibles consecuencias.
Parece que lo de las guerras con tanques y cuchillos ha quedado relegado a los países más pobres. A los occidentales de bien nos da pereza meternos en una guerra, ¿no? Con lo fácil que es jugar al apalabrados, donde te dan puntos por palabras que ni existen.
Esa es una poco la metáfora. Nos conformamos con rutinas facilonas que más o menos nos consuelan el espíritu, mientras somos víctimas de una verdadera contienda mediática, donde el desgaste se imprime cada día con diferente letra. Me niego a tragar más quina. Yo lo que quiero es acción y fuego.

domingo, 20 de mayo de 2012

Gente

Una de las máximas de mi padre era y es lo difícil que es tener amigos. Yo le miraba en plan pobre hombre, no ha descubierto una de las mayores bondades de esta vida. Yo, que creía a pies juntillas en esos rollos de la fraternidad, igualdad y juramentos gitanos con sangre, hasta el final. Y van pasando los años, y me siento como un geranio arrancado de su maceta. Como que ya no pertenezco a una tierra concreta y la variedad de plantas de mi alrededor me es bastante igual. Antes era devota de esa religión new age que es la amistad y estos días, como que estoy un punto desengañada. Es un poco de manual eso de que la gente cambia, pero en realidad es así. Pasan los años y el contacto se vuelve hilo de seda, frágil unión que mantiene teléfonos encendidos, donde antes había extendidos magníficos telares de seda llenos de color. ¿Y por qué? ¿Qué dioses paganos vestidos de ocupación nos separan océanos de tiempo? ¿Por qué esta letanía de soledades? Llámese edad moderna, postmoderna o neanderthal. Es un poco todo lo mismo. Con o sin iphone. Sólo sé que tengo la agenda llena de números y sólo marcaría unos 6. No más. Y que con pocos y pocas me iría a cazar jabalíes. Supongo que cuando la vida nos obsequie con unos cuantos palos a cada uno, a lo largo y ancho de estos días tecnificados, reuniremos nuestras chepas encorbadas otra vez, buscando un fuego conocido donde arrimarse. Y nos abrazaremos de nuevo. Mientras tanto, consumimos sopas frías en esquinas deshabitadas, con un runrún de fondo de redes sociales en piloto automático, anunciando grandes anécdotas que nadie escucha con atención.

martes, 1 de mayo de 2012

Despedidas

Uno traza límites y grandes fechas épicas en su cabeza, y cuando se rebasan, con o sin sudor en la frente, te quedas como, "Ah, ¿pero era eso?". Sí, lo era. He vaciado una casa largamente poblada durante seis años, y fantaseaba con el día que tendría que decirle al administrador más rancio de Europa y allende, el nuestro, que dejaba mi pequeño rincón. Lo verbalicé sin demasiada emoción y bajando Via Laietana el otro días, con el paso y el reloj apretando la cita de renuncia al piso, no sentí demasiado. Llámese madurez, falta de expectativas o simplemente que la fantasía se encarga de hinchar eventos que luego son bombas de humo (también aplicable a citas, entrevistas de trabajo y vacaciones románticas). El caso es que a las 9,10 de la mañana, entré por la puerta del magno administrador, intercambiamos cuatro números, ni unas preguntas de cortesía por su parte, todo muy al grano, cuándo pagó el último recibo de la luz, ha cerrado la puerta bien, conoce al nuevo inquilino. Me hice la sueca y la rusa juntas. Que se meta en google y explore pasados y futuros. Que para sacar los euros a la gente ya está bien entrenado. Estaba bastante autocontrolada hasta que me reclamó 35 euros por un diferencial entre el depósito y el alquiler del último mes. Ahí me latió fuerte la patata y la decencia. Le dije si no le daba vergüenza, después de pagarle varias vacaciones en Benidorm, reclamarme esa miseria. Se puso como un dragón enfurecido arguyendo que eran para el propietario. Le puse los billetes en la mesa y me largué sin portazo. No había nada que golpear. Y pensé, por mi como si te forras el water con billetes de 5. Míos no serán. Y ahora, a otra cosa. Siguiente, por favor, siéntese en la camilla rosa.