jueves, 26 de agosto de 2010

Ascensión automática

No sé si os ha perseguido esta constructiva idea de buena mañana: que uno se levanta de la cama para casi nada. Pienso: ¿tengo que resolver algún asunto de máximo interés internacional? ¿Mi presencia es altamente necesaria? ¿Alguien notaría que mi pelo despeinado no estuviera en mi mesa a la hora precisa? Sí, todo este rollo macareno iba taladrando mi mente mientras cruzaba la ciudada a 50 por hora, veía como alguien llevaba flores frescas al tanatorio, la rueda seguía girando y mi voluntad quedaba reducida a un buenos días compañeros, ya estoy de nuevo aquí.
Como noticias a destacar: gran calor estival que me impide pensar con claridad por la tarde y parte de la noche. Vuelta a la olvidada costumbre de hacerme la cena. En lugar de pensar qué deprimente es hacerse una ensalada para uno, canto una canción de Francisco Nixon y como que los tomates saben mejor. Sí, me queda pendiente toda la crónica estival, pero todavía tengo que trasladar todos esos recuerdos maravillosos, que viven ensortijados Dios sabe donde, al teclado.
Parece que ya estamos más cerca de llegar no sé sabe muy bien a qué parte de dónde.

No hay comentarios: