miércoles, 1 de junio de 2011

Encendida

Mi última adicción confesable es leer noticias sobre Felip Puig. Como dice una amiga mía, las personas con la cara fláccida no son de fiar. Y toda esta gente que se ampara en el traje, la religión y la mentalidad de botiguer son lo peores. Porque yo no sé lo que quiero todavía, pero sé lo que no quiero. Y a esta pandillita, cuando les sacas la misa, la familia y la corbata se quedan en nada. Porque no tienen alma, solo formas y ego y un profundo sentimiento de pertenecer a una gran familia redentora.
En fin, que en esta nueva línea de investigación antropológica he encontrado una gran aportación: le apodan Don Limpio (y que beba un litro de lejía para limpiar su alma) y el pequeño franquito catalán. Hay mucho escritor en potencia a la sombra de nuestras calles. Aunque digan que este país es un desastre y la gente se pasa el día al sol y bebiendo, sé que hay una poderosa gracia sumergida que aflora en este tipo de situaciones (hay muchas pancartas en Plaza Catalunya que son gloriosas, desde No hay pan para tanto chorizo como el señor valenciano que fue a votar con un papel colgando: Este traje lo pagué yo).
Así que a pesar de que digan que esto tiene los días contados y que hay que peinarse como Artur Mas para ser un ciudadano feliz, insisto en negarse a bajar ni un centímetro de esta atalaya de conciencia a la que hemos escalado estas dos últimas semanas.
Porque hasta la señora de la mercería de debajo de mi casa lo sabe, que esto es una comedieta con los cuatro bufones de siempre votados por los tres conservadores de turno. La vida es cambio y sabemos cómo hacerlo. ¡Adelante ciudadanos, no estamos solos y solas!

2 comentarios:

Javier Urtasun dijo...

oooo musica para mis oidos, grande, eres grande!!! estas tocando el cielo de los ponys

Pink pony dijo...

bieeeen!!! Santa Pony de Padua :-)