jueves, 18 de abril de 2013

El estigma de la vagancia: ya voy.

Seguramente todo era para ayer, pero en mi mente era para mañana. O pasado. ¿No es cierto que el tiempo no existe, que todo es un flujo continuo de devenir en el tiempo y en el espacio?
Desde que Eva se comió la manzana, el Diazepán o vete tú a saber si en realidad fue una coliflor, los humanos tenemos que luchar, ese es el verbo, para aplicarnos en nuestras tareas.
Yo no sé si es la primavera, los cambios de estación o de ropa interior pero me siento muy perraza. Me tiraría al suelo y ahí me quedaría. Me podría pasar por encima con una aspiradora y ni me movería. En serio. Máxima inmovilidad.
Entonces, antes de mirarme hacia mí misma y decirme: trabaja o comerás una coliflor bíblica, me pongo a mirar abrigos para un amigo, que tiene una chaqueta horrible y he prometido quemarla al menor plazo posible. Hombres solos en tiendas es una mala combinación.
Me meto en unas webs americanas llenas de hombre apolíneos con chaquetas perfectamente cortadas y me paso la mañana tan ricamente. Hasta que me acuerdo que yo en realidad estaba aquí para transcribir unas entrevistas. Y me cago en mí, así lo entendemos todos rápido, porque me cuesta arrastrar mi cerebro y cuerpo hacia la pantalla y ponerme a repiquetear frases y acciones.
Somos tan frágiles y vulnerables por disposición natural...No sé qué ponerme como cebo, porque hasta eso me cuesta imaginar. En fin, después de vomitralo todo ahora, creo que lo haré. Ya voy. Ya.

No hay comentarios: