miércoles, 29 de febrero de 2012

Seres de otro mundo

Venga, me decido. Voy al Ayuntamiento de mi barrio, por fin, y pido una visita con un técnica para que me informe de un asunto de licencias. Llegas a ese edificio domótico estilo NASA donde ves claramente que se han gastado sin problemas los euros de los contribuyentes. No me sentiría mejor si trabajaran en unos barracones, que es donde yo estudié, por ejemplo, pero ves que allí no van faltados de nada.
Con esa actitud asumida inconscientemente de "aquí atamos a los perros con longanizas", me atiende el ínclito técnico Jose Manuel no sé qué más. Su biorritmo era ya mortecino, aunque luchaba por ser eficiente. Ha respondido a todas mis preguntas, ha sacado mapas y ha recordado a cada segundo la importancia de seguir las leyes del Ayuntamiento y las normas. Con actitud serena y eclesial ha ido recitando desde su pantalla, para mí, numerosos teléfonos y direcciones donde me guiarán mejor en cada ámbito que sea necesario.
Después de ver con bastante claridad que desarrollar cualquier actividad legal en este barrio es más difícil que robar bolsos, me despido cordialmente, no sin antes recordarle, que ante tanta dificultad, solo las grandes nóminas y patrimonios van a obsequiarnos con sus decadentes negocios pequeñobuergueses. Sonríe como un robot humanizado. Debe ser lo más escandaloso que ha escuchado hoy. No me importa, mi misión es que se dé cuenta de que vive una hornacina de cristal. Ahí fuera hay pises de perro, gente desorientada y jubilados amontonados.

2 comentarios:

Javier Urtasun dijo...

juas que bueno, yo fui el otro dia al ayuntamiento de pamplona a dar de alta una asociación sin animo de lucro y le entregué los papeles y me da por preguntarle a ver si estaba todo. Su respuesta un tú sabrás yo sólo estoy aquí para recibirlos y pasarlos y que el no tienen porqué saberlo todo. Cojonudo. Sigue así y te aseguro que te van a sobrar varios años de vida. De hecho creo verte pidiendo la hora a tus 40!! jojojo

Pink pony dijo...

Hay que respirar a fondo y ver que hay vida más allá de tu metro cuadrado de seguridad burocrática.