miércoles, 24 de octubre de 2012

La especulación me cansa

Ahora que vivo algunos kilómetros más al norte de donde solía vivir, a parte de pedir el café en otro idioma y descubrir la pasión colectiva que hay aquí por llenar las tazas de espuma, con lo que el café con leche tiene el mismo valor nutritivo que un bistec, he desaprendido a hacer la compra.
Sin ir más lejos, ante elegía los huevos en 20 segundos. Ahora, tengo que leerme unas 10 cajas de huevos hasta elegir el mal menor: huevos aparentemente criados en semi libertad. Vaya, que las gallinas no se desmontan como he visto en algunos documentales.
Dicen que en la variedad está el gusto, pero es mi pregunta es: ¿hace falta tanta variedad? 6 tipos de leche, 10 tipos de patatas, una estantería llena de cereales (suerte que la comida de perro está en otro lugar, si no podría caer fácilmente en la trampa).
Confusión. Mucha. Y encima esa bonita costumbre de hacer la compra con auriculares, con lo que el supermercado está lleno de zombies a ritmos silenciosos de house o folk que se debaten entre mantequilla con sal o queso con arándanos. Todo es elegible. Todo, todo. Incluso si quieres bolsa, tarjeta de fidelidad o el ticket en papel.
Quiero que me hagan la cena y esa opción no está disponible. Los maquiavélicos directores de márketing en el fondo no saben lo que realmente necesitamos.

2 comentarios:

Abene dijo...

No me extraña que vayan a la compra con auriculares,tú sabes lo que cuesta hoy en día decidirte por el huevo adecuado??
En fin, pobres gallinas, acabarán como las vacas.

Pink pony dijo...

Supongo que el huevo es una gran metáfora en sí misma ;)