jueves, 12 de julio de 2012

La ciudad de nadie

Todos sabemos a estas alturas que Barcelona está vendida y que incluso nosotros formamos parte de este parte temático. El difunto gorila Copito de Nieve se sentiría más normal que el resto de los ciudadanos, figurantes de una tragicomedia involuntaria.
Paralelamente a esta triste realidad llena de vinilos que escupen paellas baratas y experiencias culinarias Mediterráneas a base de aceite de colza, me doy cuenta que esta ciudad ha sido también privada de su energía.
Donde antes había algo de desparpajo, ahora solo se ven caras de cansancio, atribuido a varias causas, desde el calor, a los sueldos de chiste, pasando por una vida sexual similar a la de Santa Teresa de Jesús. En fin, que da pena ir por la calle.
Supongo que como hoy me siento existencial, todo lo veo así. Al ritmo que la vida despacha noticias restrictivas, cada vez eso que se llama alegría de vivir o ilusión, va menguando, hasta alcanzar el tamaño de la uña pequeña de un pie de bebé. O sea, casi desaparece, con lo que la gente es ya entonces carne apilada con determinadas necesidades físicas.
Quiero pensar que ante tanta presión exterior, floreceremos por dentro, como hermosos jardines tropicales. O quizás nuestro corazón se vuelva una hermética piedra pómez.
Sólo sé que si ahora me preguntan si aquí se batían palmas y se llenaban pistas de baile, los mandaría hacia Lima, donde testimonios anónimos aseguran que allí todavía brindan por algo.

4 comentarios:

seelvana dijo...

una argentina que ha vivido ya crisis alienta a este blog diciendo que todo se supera, y que el ánimo vuelve.
Que se volverá a brindar con champagne rosa.

Pink pony dijo...

oído cocina, quiero pensar que todo pasa en esta vida :)

osruca dijo...

Estamos en caida libre dentro del pozo, mientras valoramos si vale la pena gritar aprobechando la sonoridad del agujero o valorar si el contacto con el suelo traerá dolor. Mientras, nuestros huesos se acomodan de manera desordenada y cómica para que "bones" con su expresión de que algo no va bien, pueda ordenar la inversión de tus homoplatos.

Anónimo dijo...

No hay mal que 100 años dure, ni cuerpo que lo resista. Después de la tempestad viene la calma. Después de las cosas malas (de las que tenemos que aprender), siempre vienen las buenas (que tenemos que valorar).
yo.fui.este.anciano