miércoles, 26 de noviembre de 2008

Lugares a los que no quiero volver

Hoy por ti, mañana por mí. Esa es mi máxima ecológica y solidaria, y a cuenta de ella, el otro día me vi cenando en un Pans and Company.
Fue algo así como regresar a mis tiempos de colegio, donde pedía feliz bocadillos de fuet. No necesito ir a Paul Bocuse a cenar, pero estos lugares me desbaratan el karma.
Punto 1: hay solo una empleada para atender a todo el bar. Evidentemente, está de los nervios, y para muestra un botón:
SEÑOR 1: Señorita, el sensor de luz del baño no funciona.
CAMARERA: Es que ha saltado el sensor y no funciona.
S: Ya, es que necesito ir al baño.
C: Pues vaya con cuidado y hágalo a oscuras. No hay peligro.
*Aquí el señor bienpensante y cuya máxima aventura ha sido ver las braguitas de encaje de su vecina colgadas en el patio de luces se pone tenso.
S: Es que tengo que ir al baño (insiste).
C: Voy a ver si puedo arreglarlo (locutado por la Teniente O'Neal).
Después la camarera-electricista vuelve como si nada.
C: Siguiente.
Y así, se pone a despachar ensaladas de pollo, bocadillos que distan un mundo de la foto molona que intenta convencerte para que lo elijas y pasa la vida. En un arranque de sinceridad le dice a una iluminada que pidió café con leche y dos ensaladas de pollo que no le gusta nada el uniforme que lleva.
NO me extraña.
Resumen, lleven siempre un tupper a mano en el bolso, junto a la linterna, porque nunca se sabe lo que puede acontecer en estos lugares donde el psico-drama está siempre asegurado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo odio los Caprabos.