jueves, 25 de junio de 2009

Efecto resaca

Abandoné la ciudad por voluntad propia, clamando contra las esquinas ortogonales que me rodean a diario. Tren de emergencia rumbo a la playa. Misión cumplida. Llegamos a Cala Jóncols después de un rally que pensaba que tenía destino final en Montecarlo.
Cenamos bajo unas estupendas estrellas, haciendo la reflexión horas después de cara al mar, que esas mismas estrellas habían arropado a los dinosaurios celebrando la no noche de San Juan hace unos cuantos miles de años. Me pareció una gran idea. Hay secciones del decorado que se mantienen, aunque no seamos demasiado conscientes de ello.
Después, tentativa de bebidas alcoholicas y pista de baile en un improvisado chiringuito donde me puse los pies bien negros y deleité la vista con el look Ibiza de los pobladores del chiringuito. Es fantástico observar conductas festivas en individuos regados de alcohol. Todos participan en bailes de grupo, montan chirigotas, congas y al final, cuando los juanetes se declaran en huelga, se descalzan, para acabar haciéndose fotos en grupo que recuerdan la juventud perdida y enamoramientos pasajeros.
Al dia siguente baño purificante en un Mare Nostrum con pocos peces, porque estaban de resaca y estaban en sus casas tomando zumo de naranja para intentar remediar las secuelas de una noche llena de excesos. Es que cuando nos dan la mano, cogemos hasta el flequillo, será que andamos necesitados de jaleos y roces veraniegos.

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