miércoles, 27 de octubre de 2010

Niñas salvajes

Iba circulando por la calle a esa hora tan depresiva que son las 8 de la tarde, cuando la gente se acumula en las cajas de los supermercados, arrastra los pies, arrambla con cajas de comida de perro etiquetada para consumo humano, lanza la mirada hacia el infinito y maldice su rutina sin escapatoria aparente.
En esas estaba yo, leyendo carteles en tiendas de baratijas, observando fachadas modernistas, cuando adivino a lo lejos dos niñas gritonas, vestidas con uniforme de escuela monjil. Parecía criters. Gritando como salvajes y pegando a su madre, una pija raquítica entaconada y cargada con una bolsa de papel cara.
La madre encima se reía, mientras las dos salvajes se reventaban las cuerdas vocales y correteaban como dos potrillos salvajes. Me paré a observar el cuadro, pero ayer ya llevaba mi propia mochila bastante llena, como para batallar contra salvajes desconocidos. Porque estoy segura que les digo que se callen, y la madre me diría que las dejara, que se estaban expresando.
Me dio asco. Unas niñas mimadas y maleducadas que corrompen el silencio de la depresión de las 8 de la tarde. Otro salvaje superior ya les enseñará con el tiempo salvajadas mayores pedir una piruleta a gritos.

No hay comentarios: