Prefiero dirigirme a mí misma y a otros cuando estoy de buen humor. Ayer no lo estaba demasiado, básicamente durante el horario laboral (a la hora de comer hubo una remontada, ciertamente). A las 7 de la tarde no sabía si iba a necesitar un kleenex o un litro de cerveza. A veces la debilidad y la bilis negra entra por resquicios insospechados y se instala en tu vida sin casi poder evitarlo.
Nadar es un buen antídoto contra la tristeza. Así que enfilé hacia esa gran sopa que es la piscina donde voy y tuve que luchar contra la gravedad y otras alteraciones físicas derivadas del aqua gym enloquecido que practicaban gentes enloquecidas también a dos metros de mí.
Luego, en un arrebato energético me llegué al videoclub y me pillé Ronda de Noche, una peli-tableaux sobre el mismo cuadro de Rembrandt. En ese punto me pregunto ¿Habrá algún hombre amaestrado que pueda entender que a mí me gusta la pintura barroca?
Como era una pregunta retórica, me metí en la cama y pensé que vivimos como auténticas damiselas hoy en día, eso sí, con otros males.
miércoles, 19 de enero de 2011
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