miércoles, 21 de julio de 2010

Vueltas sobre un eje uniforme

Amigos,
No estaba en una clínica de desintoxicación por ingesta de botulinas, todavía no. Estaba en una misión secreta y comercial: asistir a la inauguración de una tienda de muebles panaeuropea y globalizada que promete felicidad y momentos caseros a sus clientes. Hasta ahí puedo leer. Es realmente alienante este tipo de aventuras. Por una parte pude ver el Cantábrico y su inmensa fuerza atávica, que me hizo sentir capitana y pirata de mi vida (pasar tantas horas sola no sé yo si es bueno), pero por otra parte vi como los consumidores teledirigidos dormían en la calle para ganar un cheque de 200 euros para comprarse enseres hogareños made in Alguna República donde tres se enriquecen y 6700 trabajan.
Estoy muy encendida últimamente. Ladro y saco fuego. Me das una cerilla y pareceré una torre petrolera. ¿Falta de sueño, calor, spleen? Apuesten y vencerán.
Por otra parte, me acaban de interrumpir, creo que necesito vacaciones. Sin más.
Así que sin quejarme, y al son de guitarras portuguesas me despido. Que alguien hable o si no morirá una vestal virgen y copy.

No hay comentarios: