lunes, 17 de marzo de 2008

La Thermomix es nuestro Dios

Un domingo más envuelto de sábanas, nebulosa mental, pereza y pasos lentos que limpian el suelo. Después de solucionar transacciones varias pendientes, mi querido vecino 3 me contactó vía sms para invitarme a un festín de la Thermomix, su nueva mujer. Es muy calladita, eficiente y habla más bien poco. Sólo gruñe de vez en cuando, y cocina de la leche, eso sí. Para enrollarse con ella ya es más difícil, todo se ha de decir. Esta vez la obra de arte era una especie de risotto con almejas y setas, ¡ñam! aunque en la pole position, para mi gusto, siguen los spaghetti con vongole, oooh mi estómago llora delante de este teclado inánime pensando en aquella salsa demencialmente buena. Esta vez hubo nuevos invitados en la terraza, viejos conocidos de la experiencia Excalibur, que amenizaron la comida con historietas, vino y persecución insistente del sol por mi parte. También estaba la gata, que se portaba muy monamente, hasta el momento en que decidió destrozarme mi modelo vintage HM Sunday style. Pero bueno, esa pequeña bolita caliente llena de pelo se hace querer, se lo perdono más o menos. Y luego, café, sin copa ni puro en el Vulcano, como felices domingueros al uso. Ahora es lunes, ya no hay gata abrazada, arroz feliz ni sol estupendo. Pero si os lo cuento, es como si se alargara un poco lo vivido...Ya falta menos para las pequeñas vacaciones. ¡Ánimos!

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