miércoles, 10 de diciembre de 2008

Horteradas on ice

Cuando estás lejos de casa, todo te parece exótico y maravilloso: el esmalte de uñas de las abuelas, el acné juvenil, un potaje que parece cemento...Sólo hace falta una voz de fondo locutando las tradiciones de los lugareños, para que eso parezca ya un documental antropológico digno de una digestión en TV2.
Este puente que cruzaba montañas laborables y anodinas, me lié la manta (literalmente) y me fui a Cardiff, a ver a mi académico-troglodita preferido y su amante fijo: I + I.
La ciudad es regulera, pero siguiendo la vena folklórica y de sopresa encadenada, me pareció todo muy bien. Pîntas y pintas de cervezas, galesas con pezón erecto y 15 centímetros de tacón chino corriendo como las cabras por una calle llena de ambulancias para los comas etílicos posteriores, y mucha patata frita.
La atracción estrella para mi gusto fue el patinaje sobre hielo, tipo Nueva York, te montan una pista al aire libre. Seguramente si lo pusieran delante de mi casa no iría.
El caso es que saqué pecho y me enfundé los botines del Fary patinadores.
Parecía el robot patoso del mago de Oz. No me pegué ninguna leche, pero estéticamente dejaba mucho que desear. Pero me reí bastante y pensé que salir de casa y hacer el payaso es lo mejor que le puede pasar a uno.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las mujeres de Cardiff son peligrosas. ¿Por qué no abres un nuevo blog con este título?