miércoles, 4 de noviembre de 2009

Pequeños diamantes de ciudad

Volviendo a casa como siempre, parándome en semáforos conocidos y observando viandantes por conocer, me uní a la fila de hormigas postmodernas que regresaban a sus nidos más o menos confortables.
Fue en la Travessera de Gràcia donde empecé a escuchar el canturreo. Enfoqué, y delante de mi encontré a una estranjera subida en su bici, cantando ópera a capela (sin Ipod, eh, que me fijé). Interpreté aquel encuentro como una revisión muy 2009 del Flautista de Hamelín, y perseguí a la ciclista hasta que un enorme camión de mudanzas separó nuestros destinos.
Ella, hacia la acera, y yo a castigarme el cutis detrás del tubo de escape del camión.
La gente estaba tan inmersa en sus rutinas que casi nadie percibió a esta discípula de la Callas sobre ruedas.
Un chico encajaba su raqueta de squash en su mochila, una señora consultaba curvas de crecimiento de la próxima pandemia mundial en una apretujada libreta y la Callas hacía su alegato contra el tráfico y la fealdad urbana enlazando dos, res y mis.
Y yo encantada. El momento quedó registrado como la petite bijou du jour.

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