martes, 3 de noviembre de 2009

La suicida que llevo dentro

Quizás llevaba demasiado tiempo entretenida con libros y diferentes productos de limpieza difíciles de catalogar. En este tipo de situaciones, el espíritu suicida que cada individuo lleva dentro, entra en periodo de hibernación y tomas la apariencia de un ciudadano común, más o menos equilibrado y capaz de comprar una barra de pan y regresar silbando a casa tan ancho.
Pero ayer, no sé si porque era lunes o porque ya no tenía el kh7 a mano, se decidió a salir. Cruzando una calle, apareció un camión de estos recogetodo tipo de cacharros conducidos por gitanos ebrios de aventuras y chatarra y casi me arrolla. Cuando estaba en fase de recuperarme, apareció otro a ver si remataba la faena.
Devolviendo una película al videoclub vi cómo llegaban dos camiones de bomberos y aparcaban apresuradamente debajo de un balcón de una abuelita. Yo ya creía que me vería involucrada en alguna escena dantesca, pero curiosamente el foco de atención se centró en la abuelita y su circunstancia y me vi liberada de un nuevo episodio de muerte involuntaria.
Y para acabar, y ya con Freud frotándose la mano, dejé una olla exprés con lentejas a todo gas (yo no sé si los lunes se me vacía la cabeza o qué) y me fui a casa de la vecina a comentar algún asunto de interés nacional.
Volví al acbo de un rato y aquello parecía un prototipo de máquina de va por del siglo XIX. Paralizada por aquellos pitidos, cerré la olla.
Moraleja: haz una cosa a la vez y concéntrate en vivir, que ya es bastante.

1 comentario:

Lori Anderson dijo...

Yo ayer sobreviví al ataque de un jorobado desatado. Qué suertuda!