jueves, 26 de noviembre de 2009

Por qué decimos sí, cuando queremos decir no

Maldita educación-represión-moralidad-cupones que reúnes para que te den una joya made in China con alma, por 0,30 euros semanales.
Cortemos por lo sano con esta mandanga y reclamemos la palabra justicia, nombremos a los hijos de su madre por su verdadero nombre y dejémonos de sonrisitas y de asentimientos rellenos de insatisfacción.
Porque sí, queridos amigos, hay gente de nuestro alrededor que ha venido aquí a jodernos el invento, la fiesta, el chiringuito. Sólo piensas en ellos, sí señor, pasando por delante de quien haga falta, apatrullando tu vida con llamadas y miradas intimidatorias y aquí se viene a hacer lo que ellos digan.
Craso error es acatar las órdenes de estos pazguatos, cuya máxima emoción vital es subyugarte. ¡Basta ya de memos mentales!
No sé cómo demonios lo voy a poner en práctica. Mi opción es siempre ignorarles y pensar que ya encontrarán la horma de su zapato, pero te despistas, y al día siguiente vuelven a estar ahí.
Quién tenga una técnica revolucionaria para atajar este asunto, por favor se manifieste. El sheriff del condado de Ponyland.

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