miércoles, 14 de septiembre de 2011

Barcelona improshow

Estaba en el Paseo de Gracias, sentada en un banco, un plan muy de entreguerras, de estar allí tomando la escasa brisa que el mes de setiembre nos está regalando.
El caso es que estaba plantada delante de la tienda innombrable donde venden cápsulas de café a precio de diamante cuando he asistido a una escena muy de Bertold Brecht.
Un hombre negro estaba separando hierros de un contenedor allí plantado, montando una escena visual y acústica. Un grupito de vecinos se ha acercado a él y le ha estado indicando, interrogando y aconsejando.
He observado todo desde la distancia, intentando descifrar ese lenguaje no verbal que acompañaba a cada gesto de unos y otros.
Lo que he deducido es que a los vecinos de esa esquina emblemática de ciudad les parecía un horror tener allí a un hombre con un carro de la compra estampando hierros contra el suelo. Porque en esa esquina sólo se acepta belleza y glamour, esos adjetivos tan asimilables a la versión guiri de la ciudad de Barcelona.
Mi pregunta era: ¿estos tíos se molestarán en quejarse por los recortes de sanidad, educación y cualquier cosa del ámbito público? ¿O sólo se escandalizan porque las baldosas de Gaudí se han magullado? ¿O por tener una serie de tubos afeándoles la vista?
Vivimos en una ciudad demencial: por una parte están los que viven de espalda a la realidad mirándose únicamente su ombligo, disfrutando de sus privilegios y por otra están los que están en la línea de fuego, hurgando contenedores, sirviendo pizzas precalentadas por cuatro duros y esperando encontrar un poco de luz en este inframundo capitalista.
Pasen y vean, el espectáculo está servido. Ahora sólo tenéis que elegir de qué bando estáis.

2 comentarios:

Anna dijo...

Ets una artistassa Conchi! :) Jo no hauria descrit millor la situació de Barcelona.

Pink pony dijo...

mmmm :) mo-na!!