lunes, 28 de abril de 2008

Cómo asistir a una no fiesta

Lunes lento como una babosa malherida, sangra en silencio mientras se evade con los últimos recuerdos del fin de semana. Inicio de depresión que hay que desinfectar rápidamente con un café y una canción alegre. Os resumiré transversalmente los highlights del fin de semana. El viernes fui con la animadora 1 a una fiesta en principio de celebración de la primavera pero que a mi básicamente me recordó a un frío día de invierno. Llegasmo al loft poblenouesco y nos encontramos a un ejército de modernos en toda regla con gafas multicolores y vestidos que nunca pasaron por el mercadillo de Zona Franca. Depresión. Lo digo alto y vocalizando que yo también tengo unas gafas de pasta en el bolso, pero también me gustan las pipas Churruca y Alfredo Landa. Después de esta nota aclaratoria, sólo diré que en aquel corralito sólo hablaban las gallinas que se conocían entre ellas, y también espiaban a los pollos importados como nosotras, que aterrizamos allí por casualidad. Después de un mojito y mucha visualización, decidimos levantar el campamento hacia la fiesta 2, que tampoco nos acabó de motivar. El tres en raya llegó en un bar de Gracia, donde acabé de confirmar que ser un número es una opción maravillosa. En aquel bar había gente farandulera del teatro, que no sé cómo, acabó sentadad a 34 centímetros de mí. Lo que más me irritó es que nadie se presentó. Esta acción se podría tagear como de maleducada. En fin, que paso. Que me voy a mi casa a ver Los Soprano, a observar como Eusebio mueve su cuerpo lozano en una bola redonda de cristal y a anhelar un poco de normalidad. Porque la hay. Eso lo contaré en el próximo episodio: las paellas del amor.

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