Este dispositivo no policial tiene muchos adeptos, tiene la ventaja de no salir en los telediarios y procura mucha felicidad a los implicados, detenidos, fans, anonadados voyeurs y todos los que berrearon a grito pelado que se querían despedir del invierno. Hay brotes, y no precisamente de soja, por las calles, pasadizos y esquinas. El pequeño hijo-árbol transgénico de nuestro patio ya asoma las manitas verdes y el aire ya es medio tibio y muy apetecible. La semana pasada me adherí al movimiento. Salí un día sin calcetines (error, tuve frío) y predije una gran temporada de terrazas, a costa de mi escaso bolsillo. Esta ciudad tiene unos precios terraceros sólo aptos para oligarquías adineradas, artistas reconocidos en museos y escritores de bestselleres. Podemos optar por comprarnos esos barriles portátiles de 5 u 8 litros o acordarse de meter la petaca en el bolso. Nos va a hacer falta.
Voy a recluirme en mi mesa-mundo porque tengo que entregar documentos, que no pogüerpoints. Feliz inicio del verde lechuga.
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3 comentarios:
cuánta razón... hoy acabé con Lovinda en la piscina exterior del club, comiendo al sol... fríiiiio!
Yo creo que en los últimos tres años el árbol del patio es el que más putas las ha pasado aquí. Y aún así, con su impredecible ambición, siendo rama como es, el tío se pobla más que la selva brasileña. Llanera, este año la mesa de madera nos acojerá de nuevo. Y casi, casi, casi gratis.
pedazo de blog japonés looklike que tienes! Creo que la mala hierba nunca muere; así estamos nosotras!
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