miércoles, 18 de junio de 2008

¿Para qué sirve el ego?

El ego es como una morcilla gigante invisible que se aloja por la zona de la clavícula derecha. Si os fijáis, la gente que camina bastante erguida, como si le tirara la clavícula derecha, lo suele tener de un tamaño desmesurado. Ego, tres letras, amigo infernal. Últimamente el mío se ha perdido por alguna rendija de mi fregadero y ya debe estar navegando con las medusas del Mediterráneo. En cambio, conozco a otros que se les ha multiplicado de tamaño una barbaridad. Quizás sea la última cortina de lluvias, los primeros coletazos de un verano que promete intercambios verbales, exhibiciones y bailes del pavo real. Lo bueno del ego, es que se detecta a la primera, como el acné juvenil o un tic en el ojo. Lo ves y lo coges o lo dejas. A mí básicamente me aburre, porque repetir yo 54 veces no mola. Porque chaval, hay más cosas en el mundo que tú y tu artisteo. Porque eres una burbuja más en este jacuzzi globalizado. Y el yoísmo, igual que el pescado pasado, se acaba delatando, por mucho limón que le eches encima. Yo, tú, él, nosotros. Un delicado equilibrio entre cuidar la propia puerta y vigilar todo el castillo. Princesas y dragones opcionales.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"Un delicado equilibrio entre cuidar la propia puerta y vigilar todo el castillo"

Sencillamente genial, necesitaba leer algo así desde hace tiempo, me lo apunto, yo que peco de tener el ego demasiado pequeño últimamente, que tampoco es bueno...

Seggio (amo de los newsletters express)

Pink pony dijo...

oh compañeiro de jpgs y raftings, vámonos al castillo y que les den candela.