jueves, 23 de octubre de 2008

Fuga y ficción

La vida de un rollo de papel de water no deja mucho margen a la diversión. Siempre anda por los bajos fondos rematando faenas, borrando rastros, generando esa comfortable sensación de limpieza. Ahí vive colgado, medio furtivo, en la oscuridad de una sala donde se puede pasar del aburrimiento al delirio en décimas de segundo.
Un día, cuando el rollo bordeaba la máxima depresión, cuando estaba harto de consagrar su vida a culos y una infinita variedad de genitales, decidió escaparse.
Corrió como un loco escaleras abajo, perdiendo metros y metros de cola a lo largo de la ciudad. Suerte tuvo que una ráfaga de aire lo arremolinó y consiguió enrollarse de nuevo y sortear lo que parecía una previsible perdida de su preciada extremidad inferior. El destino a veces tiene giros imprevisibles y la misma ráfaga de viento que lo salvó del primer peligro, lo empujó a un charco mediano de la calle Pelayo.
Y allí se quedó varado. Solo. Desovillado y manchado. Libre pero atrapado en una tibia laguna de pies que chapoteaban entre bolsas rellenas de disfraces, lencería de lycra inflamable y libros de escaso interés para la vida humana.
Al día siguiente, un sol elevado a la quinta potencia secó todo rastro de humedad. El ovillo de papel de water se había convertido en una especie de mejillón gigante anclado a un adoquín. Y ahí se quedó hasta que un diligente funcionario de la escoba se lo llevó en una cesta enorme a otras latitudes, donde empezó su vida como molusco de papel, que también es aburrida, pero al menos es otra vida diferente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=C9nGyaNq5qo

Anónimo dijo...

Ya te digo yo que tienes más imaginación que Julio Verne.Me ha gustado la historia del rollo y no te digo nada el baile del hamster.Quiero parecerme a tí y estar todo los finde viajando.Pronto te veo.UN BESO