Lo bueno de vivir en un sitio estilo Melrose Place pero sin cachitas ni piscinas, es que casi siempre hay algún plan para evitar una cena estilo monólogo o bien caer en la apología del uno. Comunicación wireless: Vecina, qué, cenas sola, sí, vente a mi casa, vale.
Cocinar a cuatro manos es definitivamente más reconfortante, como que la comida te sale mejor. Después de revisar el santoral de desplantes y hombres imposibles que nunca conseguirán estar en nuestros brazos, pasamos a la proyección de una joyita para mí desconocida: el circo de Alexander Calder.
Este señor, conocido por sus móviles, a sus 76 años se tira al suelo con su estupenda camisa roja y pone en marcha su circo particular. Hay contorsionistas chinos, malabaristas, elefantes enormes que se comen a los domadores y aplausos de fondo.
Lo mejor, la cara de felicidad del hombre, incrustado en el suelo, moviendo caballitos y de todo con un complejo sistema de alambres que él mismo montaba.
Como un niño grande, colorado, con el pelo revuelto. Simplemente encantador.
Y su mujer, en el fondo, con una risita contenida, poniéndole los discos para amenizar el show. Quien quiera apuntarse, que se pase por nuestro particular Melrose Place y montamos uno!
jueves, 30 de octubre de 2008
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2 comentarios:
petits trapezistes, rovellons, la truiteta, una mica de circ i sofà, uummm!! bona combinació, no?
yes!!
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