martes, 28 de octubre de 2008

Una visión perturbadora

Sé que esto no tiene mucho sentido, ¿pero acaso algo lo tiene concretamente?
He tenido una visión perturbadora esta mañana mientras apretaba como una autómata el botón despiértame café. He visto un trasero embutido en un pantalón de esos tipo casuales pero arreglados, de aventura pero urbanos, con un cinturón de hebilla dorada inlcuida. Era la parte de atrás de una persona de cierta edad, un sistemista convencido, de esos que levantan el país y el sistema solar cada día.
He tenido un súbito mareo. No quiero ponerme esos pantalones dentro de unos años. No quiero llevar sujeta culos con hebillas doradas. No quiero hacer bromas sobre el tiempo, ni reírme como una hiena atiborrada de educación por la mañana.
Ayer vi un vídeo de AC/DC y me pareció todo mucho más excitante. Al menos el tío tiene la iluminación de ir vestido de niño estilo internado inglés y hacer giros de 360º con la cabeza. Y grita.
Supongo que todo esto forma parte de las crisis de identidad de los 30: odias los trajes, todo lo punk suena mucho más interesante, pero cada vez que vas a un bar ves que podrías apadrinar a la mitad de parroquianos y que tus amigos hablan de calidades de pañales y de texturas de cacas.
El viejo tema con diferente collar. En la variedad está el gusto.

2 comentarios:

Pau Mou dijo...

Un viejo tópico antidemagógico dice que las palabras son peligrosas (como el champán), que son trampas para el entendimietno y la correcta transmisión de datos. Fenómeno car-crash: los choques violentos entre conceptos fracturan las cervicales de nuestra gramática y, por lo tanto, de nuestro modo de ser. Sin ellos, nuestra construcción social se volvería ajena a sí misma, con los pies aferrados a los raíles de la linealidad narrativa. Las interferencias nos salvan, como las trampas y el champán (sabes que adoro el vino), de morir solos.

Pink pony dijo...

glups. Cuidado con el primo Daniel!