lunes, 26 de enero de 2009

Días de champán y rosas

Los amigos son una de las mejores cosas de esta vida.
Este finde se ha casado el lisensiado I1 con su pequeña némesis: I2.
Allí que hemos ido todos vestidos de calle pero con un toque de purpurina, porque no querían que pareciéramos el séquito de la Pantoja en Marbella, con peineta y mantilla. Parecía una convención de vendedores de tuppers.
El viento nos dejó un peinado fino, y luego la celebración en el emblemático Bar Salvador, de esos de toda la vida regentado por el Gran Miquel y sus ocurrencias magníficas: Per Nadal, sexe anal, ya nos dejó para el arrastre.
Cuando me junto con el egregio lisensiado, la veleta se me descalabra definitivamente y me veo gritando como una bellaca Yo soy aquel que cada noche te persigue y un largo etcétera de canciones populares de esas que tanto nos gustan.
Con la voz como la de Jose Mari, transportista de camiones frigoríficos, me levanté el domingo. Pero encantada de la vida.
Otra de las grandes virtudes del lisensiado es que cuando está contento intenta morrearse con todos y todas, también levanta a la gente como si fuera Perurena, el levantador de piedras y se despelota.
Balance: mujer con el labio partido y otra con el vestido convertido en morcilla y exhibición nocturna de bragas de encaje.
Había invitados alemanes y belgas que pensaron que este es definitivamente un país de libertinos y de perdición. Oye, ¿y lo bien que nos lo pasamos qué?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

este post me parece un gran homenaje al finde. y me mola que me compares con mi tocayo el levantador de pedruscos. espero que lo pasárais tan bien como nosotros. estamos encantados.

Je t'aime,
I.

Anónimo dijo...

Ya te vale firmar con este nombre. Te voy a dar un par de collejas.

Ilicitana girl.