miércoles, 7 de enero de 2009

Frío polar rima con gastroenteritis

Este frío te congela hasta las ideas. Tal cual. Todo lo que sea abandonar la cama suena a tortura. Mi casa tiene la GRAN virtud de la congelación automática. Creo que puede llegar a bloquearte el acto de la micción las corrientes árticas que recorren sus cuarenta metros. Cosas de la bohemia y de las casas de cien años.
Eso sí, en verano es un festival de pájaros y vientos alisios, pero el invierno, es para echarse un buen maromazo al hombro y no abandonar el ring de 2 x 2 acolchadito con el polar y el kit de invierno.
No vamos a gastar el teclado predicando en el Polo Norte.
Por lo demás, bien. Estar alejado del despertador como que te alarga la vida, regula el colesterol y roza la palabra felicidad.
Eso sí, mis biorritmos me llevan a un horario sincronizado con Osaka: me levanto a las 12 del mediodía y me acuesto a las 2. Y pienso que mi vida corre por un desagüe lleno de pereza y chándales tibios. Que no soy un verdadero soldado del Vietcong. Que no hago 65 flexiones y me pongo a escribir EL guión que todavía no he escrito.
Las buenas noticias es que me queda toda la vida para acabar de reformarme. Digo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

qué sufrimiento tan generalizado: el frío y los planes sin completar!
feliz congelación!!

Pink pony dijo...

somos hijos de la procastinación: filosofan y hacen más bien poco...