viernes, 17 de abril de 2009

Hay pedales de muchos tipos

Llegados a la ciudad atrás queda la imagen de un jubilado mallorquín jugando al solitario y otros siete mirándole ensoñandos, imaginando cómo culminar las obras de la Sagrada Familia o cómo mejorar la receta de la ensaimada (son unos visionarios, por el fino telo vaporoso de su mirada puedes decir que tienen la capacidad de teletransportarse al 1754 o bien a una estratosfera insular desconocida).
Ayer fui a pasear mis oídos al Bar Elèctric, donde tocaba mi vecina.
El concierto bien, pero el mejor episodio tuvo lugar a posteriori: una chica con un perro nos pidió ayuda para ir a sacar dinero a un cajero ocupado por un homeless.
Le pregunté si se escaparía el perro mientras ella iba al cajero, y ella, con su voz de pito dijo: "Qué va, si es muy obediente. Se llama Brasil" Y empezó a gritar en medio de la calle Brasiiiiil, Brasiiiil y no pudimos evitar el tararear la la la la...La situación era bastante cómica: un perro de cara aplastada que se llama Brasil avanza hacia un cajero y entra en él, mientras un homeless piensa que vaya pandilla de mamarrachos perturbándole el sueño.
De nuevo, varias dimensiones geo-temporales conviviendo extrañamante.
El gran Jaume, el duende del menhir, dijo que suerte tenía el perro de no llamarse Paraguay (más que nada porque no hay canción).

2 comentarios:

marina dijo...

la la la la la la la laaaaaaa brazil, brazil...

pink pony dijo...

taronja i paella la la la