sábado, 25 de abril de 2009

Próxima estación: Roma

A 5 paradas de mi casa en metro de la línea amarilla hay un digno representante de la Antigua Roma Imperial y Termal. Ayer fuimos la Comunidad del Canalillo en su primera expedición allende al barrio. Fuimos los baños termales.
Fue un trayecto de metro cósmico, porque a sólo 5 paradas de metro podíamos estar perfectamente en Sevilla, Dubai o Istanbul. Vaciones a 3 kilómetros de casa.
Entramos en aquella bonita brecha de la tierra y nos entregamos a la burbuja y al baño, tan solo distraídos por los extraños movimientos de algunas parejitas o el cacareo de los grupitos de mujeres consagradas al día de la mujer, que nos lo dejaron bien claro en cada una de las atracciones de aquella burbuja de paz y vapor.
Como no, apareció el elemento perturbador: un señor (peludo) que se dedicó a repasar la contabilidad de su empresa delante de su santa esposa. Yo lo mato. No me interesa si ingresa 600 euros o dobla beneficios. No he pagado para escucharle recitar números. Después de contar hasra 26 y ver que el tío seguía taladrando la noche con sus números y sus comas, me cambié de piscina.
La paciencia es una virtud a desarrollar sin prisa pero sin pausa, un plan de ahorro de vida, un programa por puntos donde al final te dan una vajilla que no sabes si en realidad la necesitas.
La próxima volveré con un batiscafo y un ipod sumergible.

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