martes, 28 de julio de 2009

Metáfora de todo y de nada

Salgo. No salgo. Salgo. Vale. Después de una considerable disquisición sobre el tema, decido salir. Y la lié. Me vi inmersa en una operación de salvamiento de gatos (qué karmas pendientes tengo por resolver, me pregunto?). Tuve que peregrinar a la mercería y oir por 47 vez la historia "Jo de gats, poc, és que tinc un gos", de la mercera, junto a la coletilla "Manda huevos, que mi suegra se llama Paquita". Después de llamar Paquita 28 veces y hacerle un caminito de corn flakes de gato para atraerla, la cogí por el cuello, pero oh problema, la puerta de mi casa estaba cerrada y la señora de la merecería como que para vender hilos vale, pero para operaciones de riesgo como esta, nada. La gata se volvió a escapar. La volvimos a engañar con los corn flakes y esta vez me la llevé al vuelo, no sin antes recibir un buen zarpazo (oh Señor, ¿por qué mis buenas acciones siempre conllevan zarpazo de premio?). La encerré en el búnker nuclear, con botella de butano incluida para que no volviera a salir de casa.
Luego me arrastré hacia el cine, y cuando me siento mejor que nunca, se rompe el proyector. ¡Vámonos! Como no hay dos sin tres, me fui al videoclub a por alguna argentinada: Familia rodante. Viesto lo visto, Albacete connection es infinitamente mejor. Amigos, haced el bien intermitentemente, porque cansa bastante. Eso sí, me encontré a mi acupuntor por la calle y me invitó a merendar. Todavía quedan hombres estupendos, aunque sólo sean 79 en total.

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