jueves, 4 de marzo de 2010

Un viaje hacia 1560

The ultimate medicine against loniless is cinema. Así que he recuperado mis hábitos de monje marcial y me encamino a mi videoclub de confianza mientras canto grandes éxitos de Camilo Sesto por el camino y cuento cacas de perro. Una vez allí me desplazo por las estanterías como un zombie confuso y entonces consulto en mi imaginario particular y en la energía que me transmiten las portadas que veo y los títulos. Un enunciado tan magnífico como Aguirre, la cólera de Dios, no podía dejarme indiferente. Ven conmigo y seremos felices los dos. También me llevé Cantando bajo la lluvia, como antídoto a estas duchas localizadas que nos visitan día sí, día también.
El caso es que viendo que las relaciones humanas se complican por momentos y tienes que contar cosas que no sabes bien bien cuáles son y qué necesidad hay de contarlas, me entregué a ese viaje delirante a la selva amazónica del 1560 y a la brutalidad de las condiciones, por completo. Klaus Kinski es la locura personalizada y la verdad es que toda la poesía colonialista se reduce a barrizales, mucha daga, explosiones de pólvora, incesto, avaricia, hambre y desesperación.
Y luego me metí en mi cama no peruana y pensé, que felicidad, que no tengo que preocuparme de si me lanzan flechas envenenadas o si tengo que amenizar la velada a algún invitado con la flauta de pan. El reino de uno mismo a veces es fácil de administrar y complacer.

No hay comentarios: