miércoles, 21 de abril de 2010

Ser una persona de éxito o no

Por esas cosas de la vida me enviaron a Jerez de la Frontera a la inauguración de una tienda de muebles suecos. No repetiré el nombre, por si viene un inspector de internet y me detiene esta tarde por uso indebido de nombres capitalistas nórdicos.
El caso es que me embarcaron en aviones, tránsitos, taxi, una vida reservada casi exclusivamente a los ejecutivos de traje recio, maletita con ordenador y calvas incipientes. Me pareció bien la experiencia, un poco Lost en translation. Pero por mucho que le ponga ganas, nunca me acabo de encontrar a mi Bill Murray particular.
El caso es que este evento marketiniano tenía lugar a esa bonita hora que son las 7.15 de la mañana. Y allí fui, cual Nosferatu, a comprobar como un sujeto llevaba dos días apalancado en la puerta del centro comercial custodiando un cheque regalo que no quería perder por nada de este mundo. Para que veamos como está el patio, tras leer en el periódico que el gigante sueco había llegado a la ciudad, había un artículo sobre el tipo que soñaba con el cheque regalo y decía claramente que su mayor sueño era aparecer en Gran Hermano. Amaizing. Después de someterme a tres horas de lavado de cerebro, pude abandonar el lugar. Lo que hice durante el día no tiene desperdicio: un espectáculo ecuestre lleno de jubilados (estaba tan empanada que me olvidé que soy alérgica a los caballos, tuve que irme entre estornudos), un menú jerezano y una visita a unas bodegas de fino montada en un tren. Todo muy postmoderno, quizás. Un lost in Jerez que Almodóvar podría firmar a la perfección.
Mañana os contaré la historia de la abuela bailarina y el triunfito folklórico, otras perlas del sur.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

quiero más, murciana!!!

Pink pony dijo...

No cabe todo Jerez en un día. Paciencia, mosntruos!!