viernes, 10 de septiembre de 2010

Estamos enfermos de mirar

Tal como lo oís, queridos, en esta ciudad el que no mira es porque no quiere o porque no se ha dado cuenta de que debe hacerlo para sobrevivir a las leyes de Darwin. Escaneamos a la velocidad de la luz. Esta que lleva manicura francesa: hortera empedernida que se refugia en esas uñas cual portaaviones como pilar de su feminidad. Este que lleva una camiseta con mensaje y tiene entradas: diseñador gráfico de turno que se ha quedado en los 9 años mentales, que compra pizzas congeladas de oferta pero se ha comprado la edición limitada de la ultimísima tienda sueca online que vende creaciones de ilustraciones uzbecos. Y así suma y sigue hasta que dejas de disfrutar de los malditos adoquines y los atardeceres porque te pasas el día mirando todo lo que se mueve.
Ayer evité con todas las consecuencias una inauguración de modernos mirones y ávidos de miradas. Llegas a un sitio y se dispara el sensor invisible de Google. A este le vi en una fiesta donde fulanita se agarró un pedo monumental y conocí a aquel bombero que bailaba claqué. Agotador queridos, simplemente agotador. Le metemos demasiada marcha a la cabeza. Volvamos a los tiempos del carnet de baile, de los interfonos, de las miradas escudadas en abanicos. Porque este rollo depredador de retinas, aquí y ahora, vamos a devorar videoarte mientras me cuentas tus últimas paranoias postmodernas no hay quien lo aguante. El que haya ligado, que lo cuente el lunes.

2 comentarios:

Anna dijo...

Tens taaaanta raó. Cada dia veiem mil i una coses, gent, conjunts, anuncis, i tot ho passem pel nostre filtre: mira que lleig, que mono, no m'agrada gens, mira aquesta! :P
I el pitjor de tot és que veus com la resta de la gent està fent exactament el mateix :S
Com seria si poguéssim llegir les coses que els passen pel cap als altres? Com en aquella peli del Mel Gibson? :P
Seria interessant....

Pink pony dijo...

molt cansat nena, molt cansat :) Cal apagar el cap més sovint!!