miércoles, 8 de septiembre de 2010

Que sí coño, que sí se puede

Ante la depresión, euforia, ante la colleja, una caricia reparadora.
Amigos, estamos metidos en esta guerrilla donde aparentemente nada conduce a ninguna parte y donde las cosas parece que carecen de sentido. ¿Y no es maravillosa esta luz de otoño, las hojas marrones descompuestas y esta pequeña brisa? ¿Acaso necesitamos mucho más? Ala, ya hemos hecho el día, nos podemos ir todos a casa.
Acabo de ver en el interné una charla de su santidad Karmapa, alguien definitivamente importante del budismo tibetano, y este hombre con su apariencia tranquila y su bonita toga granate, parece que me lo ha comunicado ni que sea de una manera sutil: nena, relájate, que no vale la pena. Ya pueden explotar teléfonos móviles, cementeras, ceder las fajas, abrirse un millón de anchoas en canal, que te va a dar igual. Lo que sea será. Y mientras tanto respira. Canta una canción del señor Nixon, repasa sumas y restas, cocínate unas berenjenas. Cada cosa está en su lugar preciso.
Ser altamente humana es cansado. Pero supongo que algo habré aprendido por el camino.

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