Quizás dé la impresión que me he sido secuestrada por un grupo islámico de diseñadores enloquecidos o que funciono con el horario de Bahamas, pero simplemente eso de vivir, divertirse e ingresar la nómina puntualmente, requiere esfuerzo y empeño.
La verdad es que he hecho cosas bastante históricas como ir al Molino y hacerme una foto con la Terremoto de Alcorcón (eso sí, evitando bandadas de cincuentonas hiperactivas que daban codazos para hacerse fotos con cualquier tipo de personaje maquillado y con sonrisa de postín). Yo me lo pasé bien, aunque la gente anda algo anestesiada, recordando viejos tiempos, o viejos teléfonos que no suenan más o ajustándose mentalmente la Tena lady. Digo, porque casi no había desmadre. Era todo como, ah, mira qué salados todos, y poco más. Yo quería más pechugueo y griterío, lograr esa famosa catársis intersemanal que alegra y alarga la vida.
Pero quizás para eso hay que ir a las Cuevas del Sacromonte para desmelenarse con palmas altas y escotes al viento. Es que la autoridad y el orden son muy malos y destrozan sin problemas el libre albedrío. Yo siempre lo he dicho.
miércoles, 3 de noviembre de 2010
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2 comentarios:
espectacles com els nostres difícilment es poden veure en llocs institucionalitzats...
jojojojo, m' encanta :)
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