miércoles, 13 de mayo de 2009

Cómo deshacerse de 5 euros en un minuto

Toda esta historia es fruto del aburrimiento. Llego a mi casa y como mi fuerza de voluntad es tipo caña de bambú, en un minuto de ver dos películas que tenía que ver pasé a ir a un concierto de violoncelistas portugueses contemporáneos. Hay que abrazar cualquier oportunidad de romper la rutina y el efecto fotocopia.
Llegamos. El público asistente era un conglomerado de artistas vocacionales, gente que puede contemplar películas polacas mientras compone cuartetos para flautas traveseras y oboe, y mucho fan de Kierkegaard y del síndrome fin de siècle.
Nos acomodamos. Empiezan los dos individuos a agredir sus violines y a emitir una colección de chirridos que literalmente me tuve que tapar las orejas.
Sinceramente no sé cuál era la intención de estos dos veteranos, porque para mí fue el ejemplo perfecto de que nada mejor que creer en tu proyecto hasta el final, pase lo que pase. Si me querían provocar o romper mi universo burgués, no lo consiguieron. Es más, reafirmaron mi gusto por Vivaldi.
Uno ponía cara de disfrutar, el otro parecía que estaba riéndose de nosostros en plan pringaos, os enseñamos una tonelada de estiércol y aplaudís, os meámos encima y os gusta.
A mí no. Os lo puedo asegurar. Me fui antes de que acabara. Es más, tuvieron suerte que no viniera directamente de la ferretería con un par de buenas sartenes, porque ya sabéis dónde hubiesen acabado y el sonido correspondiente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jajaja!!!!
Vivaldi forever!

pink pony dijo...

yes!