lunes, 13 de julio de 2009

Supermercado del placer

Mi vecinísima, adicta a todo tipo de saraos sociales, me convenció para que actuara con ella en un espectáculo recitando mis continuas puyas verbales, mientras ella hacia acrobacias circenses y el Maikel tocaba el clarinete. No encontramos la cabra a tiempo, si no la hubiésemos fichado absolutamente. A parte de actuar y pasar nervios, fuimos a esta fiesta donde campaban a sus anchas otros individuos atraídos por la idea de hablar con extraños, pernoctar en un pajar y quizás hacerlo arrimado a una buena ascua. Entre bebidas varias y bailes diversos, conocí al individuo 1, alias Condis, por su atracción-repulsión al anuncio que la gran Nina protagoniza de tal supermercado. Me lo resumió estupendamente: foto mala, peor campaña y ausencia de photochop en la piñata de la gran Nina, según él algo demencial.
El tal Condis parecía majo, hasta que llegamos al asunto de las carnes y desprendimiento de ropas. Me sentí un poco en el Condis, paga tres euros y llévate unas sardinas enlatadas. Algo así. Yo estaba en un momento más colmado, con lo que seguí desplazándome de un lugar a otro de la fiesta, me columpié, hablé con un perro que tenía el pie vendado y con otras mujeres de armas tomar que hacían apología de su vida feliz.
Salir de casa está bien, tenemos encuentros en la tercera fase es aún mejor.

5 comentarios:

Pink pony dijo...

Condis boy llevaba pantalones pirata, peligro a bordo.

julia dijo...

Ui, suerte que has apostillado lo de los piratas pq ya le había tomado cariño. No será el mismo que ha creado el grupo en facebook de Nina-Condis, no?

julia dijo...

por cierto,
la cabra te dejó extraerle gotitas revigorizantes de semen?

Pink pony dijo...

es un anónimo ilustrador, quizás está metido en el follón Condis 2.0
Suerte que llevaba piratas, que si no...
PD. No había cabras a la vista

Anónimo dijo...

Aqui una de esas mujeres de armas tomar que hacen apología de su vida feliz te dice que: si al Campari con cava le añades soda y una rodaja de naranja tienes un Spritz. Y que cuando quieras, un atardecer nos tomamos uno en el Santamarta, mirando al horizonte. Que, bueno, felicidad quizás no, pero te da un estilazo...! ;P
Besotes! Laia