viernes, 16 de octubre de 2009

Con lo divertido que parecía todo ayer

Hoy no lo es tanto. Y eso que hay una luz de otoño maravillosa, cegadora, blanca, cálida, que te abraza por las esquinas aunque no entre dentro de tus planes.
Hállome aquí de nuevo atrapada entre tareas inmundas, disuadiéndome con buenos propósitos de comprarme un billete para Venecia y plantarme en la mismísima Plaza San Marco a hacer la paloma semi estática, una nueva modalidad postmoderna de estatua callejera.
Con lo bonito que fue todo ayer, que me comí un menú en feliz compañía y conocí no al camarero del año, sino al de la centuria, el gran Jose. En un plis plas, a parte de declarar a los cuatro vientos nuestra belleza (no hay mal que por bien no venga), nos contó que era extra de anuncios y pelis "hago de bulto y se liga mucho", nos cuenta que una africana lo plantó hace tres meses antes de casarse y que tenía una casita en el Congo y que la familia de su ex novia lo había adoptado. Y trescientas historias más en una hora y pico de deglución de un estupendo desfilar de los mejores productos imaginables mar y de la tierra. Incluido el pastel de castaña. hecho según Jose por un pastelero loco.
A mí me parece fenomenal, porque todo esto dura 4 días, y qué manía tenemos con pasarnos 3 llorando. Venga, que ya estamos más cerca de la liberación. ¡Empujemos!

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