lunes, 5 de octubre de 2009

Oda a la bayoneta

¿Por qué los lunes son como un apresurado fin de fiesta? Ese doloroso momento donde todos se van a casa, y te quedas empantanado con platos sucios, ceniceros repletos y un suelo lleno de promesas. Y congoja. Mucha congoja.
Los lunes acortan la vida y me ponen del peor humor posible. No hablo, sino que ladro. Y todos me tienen miedo, y no los culpo, me lo gano a pulso. Yo y mi mala energía.
Cuando el fin de semana has been sooo wonderful: doble ración de Woody Allen, cineforum en casa de la marquesa, Can Tunis, un documento acojonante (sólo diré que una familia tenía un pony negro en la calle y cuando los expropiaron gritaban ¡Qué vamos a hacer con el pony, qué vamos a hacer!), charla terapéutica en un bar pintado de rojo con gentes divertidas: el doble de Sandokan, un pintor retraído y un poeta feliz al que intentamos montarle un affaire con una amiga nuestra.
Pero es así, la ley de los contrastes funciona muy a nuestro pesar, y sólo valoras la miel después de que te unten el hocico con barro.
Amigos, voy a respirar un rato. Porque el pony negro, Sandokan y todos en general viven los lunes con parsimonia y paciencia y yo no quiero envejecer prematuramente.

2 comentarios:

una desatada dijo...

enjejecer? Será un sinónimo de morirse de risa? yo sí que quiero!

Pink pony dijo...

glups, voy a arreglharlo con h intercalada ahora mismo!!