viernes, 22 de enero de 2010

Horror en la gasolinera

No es que se avecine la apocalipsis, en principio, así, a corto plazo, en 20 minutos, no lo creo, pero está al caer. Al menos se están sucediendo una serie de implosiones de mal rollo a cargo del 80% de los ciudadanos de esta bendita ciudad.
Ayer, sin ir más lejos, voy a la gasolinera, actividada aburrida donde las haya, y después de hacer cola delante de coches, donde siempre suele ganar el coche, porque las motos tienen la propiedad secreta de ser invisibles, le digo a un tío de la moto de delante mío si quería pasar él, que había visto que habíamos llegado a la vez, bla bla...El tío, con su carterita con ordenador y un engendro de moto, se rebota con que llevaba dos horas esperando. ¿Eh? Llevaba seis minutos máximo, como todo hijo de vecino. Que el tiempo es psicológico, vale. Que era un imbécil, también.
Esa prepotencia, ese aquí voy a hacer lo que me salga de los huevos, me satura.
A veces sueño que vivo en Finlandia, rodeada de elfos verdes y sonrientes, donde nadie necesita gasolina, ya que todos van andando o cabalgan ocas gigantes. Y todos dicen buenos días y te invitan a merendar a su casa, y 6 minutos son una eternidad y te sientes vivo y agradecido por saludar a los árboles cada día de tu vida.

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