lunes, 29 de marzo de 2010

Ir a una fiesta de princesas

El Canalillo celebra los 35 años de una se sus componentes por todo lo alto. Fiesta de princesas en un castillo de verdad (doy fe de que había cascos de no sé que siglo, pero definitivamente en plan La princesa prometida). La ojomeneada estaba radiante, atendiendo a sus invitados y controlando que nadie se llenara los bolsos con la comida del bufet. Yo, que sigo con mis noches no alcohólicas pude divertirme con mi habitual serenidad. Eso sí, para empezar la primavera como Dios manda necesitaba una buena reacción alérgica, y bien sabe Dios que la tuve, patrocinada por Kleenex.
Pero bueno, las compañías y el paisaje aliviaron el episodio.
Todos bailaban, hablaban de sus vocaciones y sueños, ocupaban la pista con extraños movimientos espasmódicos. Vamos, lo que internacionalmente se conoce como divertirse en una fiesta. Había un perro bueno que se dormía entre los endiablados danzarines con toda la tranquilidad del mundo. Me pareció un perro bueno y tranquilo, un modelo de comportamiento a seguir. Y con esto y un bizcocho, os dejo hasta la próxima crónica social. Ahora que hay más luz, cuidado con lo que hacéis, porque se os ve más...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, soy el perro bueno que se dormía entre las personas...La fiesta estuvo muy bien!

Pink pony dijo...

Muy bien, ya vi que te lo pasaste genial! jojo